viernes, 20 de junio de 2014

Siglo VI. Arisócratas godos y potens hispano-romanos compiten por el control del terrtorio

En el área de influencia de Sagunto, no se producen durante estos años de fin del Imperio cambios muy profundos en la vida cotidiana. 

Los cambios más importantes ya habían sucedido durante la crisis del siglo III. Tarragona y Sagunto, habian sido primero superadas por Barcino (Barcelona) y Valentia (Valencia), enfocadas de cara al Mediterráneo; después ceden en importancia ante otras  ciudades más al interior de la península, como Cesar Augusta (Zaragoza), o Emerita Augusta (Mérida). 

Después de la crisis, el Imperio está más fragmentado, más ruralizado. En el siglo IV, pasado lo más fuerte de la crisis económica,  esta mayor autonomía de las provincias permite que las aristocracias locales tengan más control sobre el territorio. Algunos de estos aristócratas, para los que se generaliza el  apelativo de potens, tienen incluso ejércitos propios. 

Cuando desde Roma se percibe que las economía se recupera, se exigen mayores contribuciones al Estado. Lo que hacen los aristócratas es repercutir la fiscalidad sobre la población. 

Cuando las exigencias superan ciertos límites se producen levantamientos. Son los bagaudas, protagonizadas por aquellos que habían sido esclavos, y que son ahora campesinos sin medios de subsistencia, a los que se unen ahora propietarios arruinados, que se levantan juntos y consiguen el control de algunas ciudades, sobre todo en el valle del Ebro. 

La eliminación de este movimiento  formó ya parte del paquete de exigencias que los romanos  le habían presentado a Walia en  el momento de la negociación.

Con la presencia visigoda muchas familias hispano-romanas conserven sus posesiones. 


La forma en la que los visigodos se insertan en el territorio cuando entran como aliados es la fórmula de la hospitalitas, que consiste en cederles los dos tercios de las tierras. Una fórmula  que tenía no obstante muchas excepciones. Los visigodos normalmente ocupan terrenos públicos, la res publica, que están vacantes, es decir, que no están en explotación.

Los visigodos cuentan con menos de cien mil personas para controlar todo el territorio. Su mecanismo de dominación se basa en  el asentamiento de guarniciones militares, articuladas aristocráticamente por séquitos armados bajo el mando de un noble godo. 

Las guarniciones se ubican  con preferencia en núcleos urbanos, o en su defecto, en residencias rurales fortificadas. Los godos buscan  y encuentran alianzas con sus semejantes hispano-romanos poseedores también de ejércitos privados, en parte profesionalizados y en parte procedentes  de la movilización de los campesinos de sus dominios.

Esta forma de control es endeble. Sobre todo en zonas alejadas del eje principal de dominación goda, una diagonal que cruza la península desde Barcelona a Sevilla. 

Sagunto es uno de estos lugares periféricos, y continuamente los nobles hispano-romanos tienen la tentación de conseguir cierta soberanía e independencia. 

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