Los cambios más importantes ya habían sucedido durante la crisis del siglo III. Tarragona y Sagunto, habian sido primero superadas por Barcino (Barcelona) y Valentia (Valencia), enfocadas de cara al Mediterráneo; después ceden en importancia ante otras ciudades más al interior de la península, como Cesar Augusta (Zaragoza), o Emerita Augusta (Mérida).
Después de la crisis, el
Imperio está más fragmentado, más ruralizado. En el siglo IV, pasado lo más
fuerte de la crisis económica, esta
mayor autonomía de las provincias permite que las aristocracias locales tengan más control sobre el territorio. Algunos de estos aristócratas, para los que se
generaliza el apelativo de potens, tienen incluso ejércitos
propios.
Cuando desde Roma se percibe que las
economía se recupera, se exigen mayores contribuciones al Estado. Lo que hacen
los aristócratas es repercutir la fiscalidad sobre la población.
Cuando las exigencias superan ciertos límites se producen levantamientos. Son los bagaudas, protagonizadas por aquellos que habían sido esclavos, y que son ahora campesinos sin medios de subsistencia, a los que se unen ahora propietarios arruinados, que se levantan juntos y consiguen el control de algunas ciudades, sobre todo en el valle del Ebro.
La eliminación de este movimiento formó ya parte del paquete de exigencias que los romanos le habían presentado a Walia en el momento de la negociación.
Cuando las exigencias superan ciertos límites se producen levantamientos. Son los bagaudas, protagonizadas por aquellos que habían sido esclavos, y que son ahora campesinos sin medios de subsistencia, a los que se unen ahora propietarios arruinados, que se levantan juntos y consiguen el control de algunas ciudades, sobre todo en el valle del Ebro.
La eliminación de este movimiento formó ya parte del paquete de exigencias que los romanos le habían presentado a Walia en el momento de la negociación.
Con la presencia visigoda muchas familias hispano-romanas conserven sus
posesiones.
La forma en la que los visigodos se insertan en el territorio cuando entran como aliados es la fórmula de la hospitalitas, que consiste en cederles los dos tercios de las tierras. Una fórmula que tenía no obstante muchas excepciones. Los visigodos normalmente ocupan terrenos públicos, la res publica, que están vacantes, es decir, que no están en explotación.
La forma en la que los visigodos se insertan en el territorio cuando entran como aliados es la fórmula de la hospitalitas, que consiste en cederles los dos tercios de las tierras. Una fórmula que tenía no obstante muchas excepciones. Los visigodos normalmente ocupan terrenos públicos, la res publica, que están vacantes, es decir, que no están en explotación.
Los visigodos cuentan con menos de cien mil
personas para controlar todo el territorio. Su mecanismo de dominación se basa
en el asentamiento de guarniciones
militares, articuladas aristocráticamente por séquitos armados bajo el mando de
un noble godo.
Las guarniciones se ubican con preferencia en núcleos urbanos, o en su defecto, en residencias rurales fortificadas. Los godos buscan y encuentran alianzas con sus semejantes hispano-romanos poseedores también de ejércitos privados, en parte profesionalizados y en parte procedentes de la movilización de los campesinos de sus dominios.
Las guarniciones se ubican con preferencia en núcleos urbanos, o en su defecto, en residencias rurales fortificadas. Los godos buscan y encuentran alianzas con sus semejantes hispano-romanos poseedores también de ejércitos privados, en parte profesionalizados y en parte procedentes de la movilización de los campesinos de sus dominios.
Esta forma de control es endeble. Sobre
todo en zonas alejadas del eje principal de dominación goda, una diagonal que
cruza la península desde Barcelona a Sevilla.
Sagunto es uno de estos lugares
periféricos, y continuamente los nobles hispano-romanos tienen la tentación de
conseguir cierta soberanía e independencia.
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