jueves, 14 de diciembre de 2017

A QUÉ LLAMABA ESTRABÓN MONTES IDUBEDA

¿Qué importancia tiene esto?


Identificar accidentes geográficos o ciudades antiguas es un asunto realmente complicado. Existen múltiples versiones sobre dónde estaba cada cosa, y por lo tanto dónde sucedió tal o cual hecho histórico; y en definitiva, surgen problemas sobre el sentido y la lógica de la situación y los acontecimientos.

Spain-2008-29-11.pngTener bien situados algunos enclaves es fundamental porque en los textos antiguos se hacen continuas referencias en las que un determinado punto se ubica en relación con otro. Si el elemento que se toma como referencia está bien colocado la posibilidad de acertar con el que se refiere a éste es alta; por el contrario, si la referencia no está en su sitio, la confusión de lo que se coloca con respecto a ella es inevitable.

Estrabón 

Estrabón logra componer una gran obra de descripción de la geografía física y humana de extenso territorios del entonces naciente Imperio romano y de algunos hechos históricos vinculados con los lugares descritos. Es un trabajo de más de 30 años, entre los años 29 a. C., en que da comienzo su periplo, hasta el año 7 d.n.e. Consta de 17 volúmenes de una descripción detallada del mundo tal como se conocía en la antigüedad y poseen un gran valor, sobre todo como testimonio, por sus propias y extensas observaciones. El tercero de ellos lo dedica a Iberia y sus datos fueron recopilados de otras fuentes, sobre todo de Posidonio y Polibio, ya que Estrabón nunca estuvo en la península Ibérica. A partir de sus datos se han podido reconstruir mapas que muestran la imagen del mundo de Estrabón y sus contemporáneos.


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¿Qué sabía Posidonio de Apamea sobre Iberia?

La obra de este filósofo estoico, comprometido ideológicamente con la nobilitas y su visión ejemplar del Imperio romano, abarca el estudio de las ciencias físicas y naturales e incluye una preocupación por el fenómeno de las mareas y su relación con las fases de la luna. Esta curiosidad científica atrajo a Posidonio hasta Gades desde el sur de la Galia, recorriendo las costas mediterráneas de Hispania en el año 90 a. C. Sus conclusiones sirvieron a Estrabón para el conocimiento de los elementos básicos de geografía matemática y geografía física que utiliza en sus descripciones, o la medición de distancias, más apropiada que la usada por Polibio y Artemídoro. Fenómenos tales como los vientos, las mareas, los volcanes e incluso las riquezas minerales, proceden de datos elaborados por el filósofo de Apamea y reutilizados por Estrabón

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QART-ALYA, EL TOPÓNIMO PÚNICO DE SAGUNTUM

Juan José Ferrer Maestro
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Una versión completa (en inglés): 

Geografía de Estrabón

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Para Estrabón, haciendo una lectura sencilla, queda claro que los montes Idbueda se corresponde con la cordillera Ibérica, en tanto que es ésta la que se sitúa en la margen derecha del Ebro, teniendo una magnitud semejante a los montes Pirineos, que quedan en la margen izquierda.

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Sin embargo, las cosas se complican cuando se hacen intervenir en el asunto a distintos autores antiguos, a parte de Estrabón.

Ya en 1836, en el Diccionario geográfico-histórico que escribió   , el autor cae en la cuenta de las distintas amplitudes que dan los antiguos al topónimo Idubeda.

El autor del Diccionario hace notar en primer lugar que la coincidencia entre autores en este caso notable, pero que a pesar de ello, para Tolomeo la cordillera se divide en dos partes: (1) desde Cantabria al Moncayo, y (2) desde el Moncayo hasta el Monsia y hasta Sagunto. Para Tolomeo, Idubeda propiamente dicha sería este segundo tramo, con el monte Peñagolosa como monte principal.

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Diccionario geográfico-histórico de la Hispania antigua


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El río Idubeda

Vinculado con los montes Idubeda está el río Idubeda. Esta vez es Plinio el que hacer referencia a esta denominación. 

Más próximo a la interpretación de Tolomeo, identifica el río Idubeda con el río Mijares, en tanto que este el río que tiene sus fuentes en esa parte de la cordillera que Tolomeo dice que es Idubeda.

La posición del río Idubeda tiene una importancia adicional porque está vinculado a la frontera que tuvieron los ilercavones con los edetanos. Con esta interpretación, El río Mijares fue la frontera sur de los Ilercavones.

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El tercer libro de Estrabón traducido del Latín al castellano (iberia)

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El capítulo IV dedicado al territorio de los íberos.


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miércoles, 13 de diciembre de 2017

LAS INCURSIONES DEL SIGLO III DE FRANCOS Y GERMANOS EN HISPANIA

Los historiadores tiene poca afición a fijar fechas concretas para los periodos históricos, lo cual es razonable porque estos periodos se establecen convencionalmente y no es habitual que haya acuerdos absolutos en los momentos de inicio y terminación.

Aun así, se puede dar para el comienzo de la crisis del siglo III, un año definido: el año 235, en el que muere el emperador Alejandro Severo. A partir de ese año se suceden cincuenta años de crisis, que podemos hacer llegar hasta el año 285 con el ascenso al poder de Diocleciano.

La sucesión de Alejandro Severo fue bien resuelta y le siguió una lista de emperadores que no obtienen una legitimidad clara, algunos de ellos son bárbaros o semibárbaros, que duran poco y que en su gran mayoría son asesinados. 

A esta inestabilidad interna se le suma, no por casualidad, la fragilidad de las fronteras que son atravesadas de modo continuado. 

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Estrechamente vinculada con estas circunstancias se desencadena una fortísima crisis económica. 

En cuanto al panorama exterior, los ataques son protagonizados por persas, germanos  y algunos levantamientos indígenas en el norte de África.

La península ibérica no es ajena a todo esto. La crisis económica se manifiesta en las bagaudas: revueltas, sublevaciones y movimientos de campesinos. A pesar de que la península no está en zona de frontera, las invasiones germanas de la Galia acaban sintiéndose en el territorio hispano.

Las provincias germánicas y galas son devastadas por tres incursiones: entre el 254 y el 256, entre el 259 y el 260 y entre el 269 y el 271.

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Narciso Santos Yanguas

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Al menos las dos primeras incursiones fueron solamente de pillaje, con saqueos de villas y ciudades en la Galia y en Hispania. Algo que desde Roma se vio como un mal soportable. Sólo cuando con la tercera incursión se introdujeron en territorio itálico se tomó el asunto en serio y se tomaron medidas más contudentes. En el año 273 el emperador Aureliano restablece el poder imperial en la Galia. Con este precedente, en el año 275, frente a una cuarta incursión, el emperador Probo acude al Rhin rápidamente.

¿Cómo fueron posibles las incursiones? 

La defensa de la frontera renana estaba organizada con fortificaciones que en realidad servían para protegerse de ataques de bandidos locales. Una vez atravesada la frontera se encontraba un país vacío de guarniciones. el grueso del ejército estaba en las fronteras con persas y godos. Por otro lado, la villas no se fortificaban desde los tiempos que siguieron a los primeros emperadores (de Augusto a Claudio), confiados en la seguridad que tuvo el Imperio durante todo el siglo II.

Tomada conciencia de esta debilidad, las incursiones se hacían con unos pocos miles de guerreros que seguían las grandes vías. 

Las incursiones de francos y alamanes se traducen en los territorios afectados en incendios, en la construcción apresurada de fortificaciones y también en el enterramiento de monedas (tesorillos) para tratar de salvaguardalas. Los tesorillos han servido por cierto a los arqueólogos para reconstruir estos acontecimientos a falta de datos escritos.  Pero también se tomaron medidas apaciguadoras políticas: cesión de tierras a los invasores, su incorporación al ejército, o el establecimiento de pactos.

Las incursiones penetraron en profundidad en el Imperio. La toma de Tarragona es el hecho más citado por los antiguos, pero hay claros indicios de que las cosas llegaron a mucho más. Hay indicios en Ampurias, Gerona, Mataró, Sabadell o Badalona; y Barcino (Barcelona) se vio afectada de manera profunda.

Más hacia el interior, de la correspondencia entre Paulino de Nola y el poeta Ausonio, se desprende que algunas ciudades estaban desiertas ya entrado el siglo IV. Entre ellas Ilerda (Lérida), Bilbilis (Calatayud) y Calagurris (Calahorra). Sin embargo, parece que Caesaraugusta (Zaragoza) no fue afectada de un modo profundo.

En la costa levantina se encuentran indicios de destrucción en Sagunto, Cullera, Dianium (Denia) o Lucentum (Alicante).

Entre los años 260 y 280 se produce la fase peor. Algunas villas tienen que ser abandonadas y en las que se quedan no es momento para lujos como construir mosaicos, por ejemplo.

Incluso más al sur hubo problemas, en Castulo (Jaén) y puede que  Malaca, y finalmente Gades. Lo que completaría todo el recorrido de la vía Augusta. 

Una de las consecuencias importantes de estas incursiones es que Tarraco no logrará reponerse del todo, y Barcino ocupará el lugar que deja Tarraco. Si hubiera que poner una fecha exacta para la destrucción de Tarraco esta sería el año 264.

En una segunda oleada, en el año 276, los invasores pudieron seguir otra ruta, la del Norte y Noroeste. la pregunta es entonces por qué no actuó el ejercito que estaba en León, los centros mineros y el norte de Portugal. Algo relativamente comprensible cuando el paso se hizo por la costa este, más alejada, pero difícilmente justificable para un paso tan próximo ¿eran ya ineficaces en esta época esta tropas después de largos años de inactividad?

Todo el fenómeno de las invasiones tiene como consecuencia un gran esfuerzo de mano de obra y recursos económicos, realizado en un mal momento, con el objeto de fortificar un número grande de ciudades. Otra consecuencia es la afección al comercio de aceite hacia Italia. el efecto de las invasiones se suma a la ya delicada situación de la producción de aceite afectada por confiscaciones desde el 235. 

En general, la economía se vuelve más local y más rural, y se entra en un tiempo distinto al que hubo en el alto Imperio.
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lunes, 11 de diciembre de 2017

LA MUNTANYETA DELS ESTANYS DE ALMENARA Y EL PUNT DEL CID. POLIBIO INTERPRETADO.

Resultado de imagen de POLIBIOEn el extremo oriental de la sierra de Almenara, junto al marjal, a 2 km de la costa y a 10,5 km de Sagunto está la Muntanyeta dels Estanys. 

Tenía dos cumbres, la mayor de las cuales se situaba al oeste, estando la menor al este, mirando al mar. Ahora la colina oeste está prácticamente arrasada como consecuencia de los trabajos de explotación de una cantera. 


En este lugar se han documentado restos arqueológicos , ya desaparecidos, cuya investigación tiene una larga historia

Siguiendo la recopilación del profesor Ferran Arasa, la primera noticia publicada se debe a Masdeu en el año 1800. No obstante, la historia de su descubrimiento parece ser incluso algo anterior.  

La siguiente noticia conocida acerca del yacimiento es una nota de prensa de Pla (1807).  En ella indica que, estando en la falda del monte, apreció «unos grandes carriles» que le condujeron hasta un área de ruinas antiguas, que identificó con el templo de Venus que menciona Polibio (en el libro III, dentro del relato de la segunda guerra púnica se refiere al campamento que los romanos situaron unos 40 estadios al norte de Sagunto, dice, en las proximidades de un templo de Afrodita-Venus. La referencia es demasiado sugerente para obviarla y desde el principio se relacionaron los hallazgos con ella. la refencia ya no aparece en autores posteriores como Tito Livio y Apiano, pero en beneficio de Polibio hay que decir que él vivió mucho más próximo al tiempo de lo hechos).

En los años siguientes, Laborde (1811), el rector de Almenara, J.B. Fígols (1818),  Ribelles (1820), Pla (1821), van haciendo nuevas menciones a estos restos. 

Durante el siglo XX, se hicieron algunos trabajos arqueológicos.  

En 1950, José Alcina efectuó unas excavaciones, sobre las cuales publicó una memoria. En 1958 se efectuó una prospección submarina en el Estany Gran, que posibilitó el hallazgo de cerámicas romanas y medievales, cuyos resultados se publicaron algunos años más tarde. Flétcher y Tarradell efectuaron diversas prospecciones en los años sesenta , así como ciertos miembros del Centro Arqueológico Saguntino que depositaron algunos materiales en el Museo de Sagunto.  Mesado (1966) pudo efectuar el último estudio arqueológico in situ, antes de la destrucción del yacimiento

Con posterioridad, el yacimiento ha sido objeto de atención por parte de diversos investigadores. El estudio de Arasa de 1999 es un estudio completo de todo lo que se hizo a esta esa fecha.

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A pesar de todos los esfuerzos realizados, existen aún aspectos polémicos.

¿Estuvo allí el templo que cita Polibio como siguen defendiendo algunos investigadores  como  Corell? ¿No existe base para afirmar tal cosa, siendo los restos hallados antiguos monumentos funerarios en relación a una villa, como defienden Aranegui o Arasa? 

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¿Cómo eran los edificios?

En la cumbre oriental de la Muntanyeta se encontraban las ruinas mencionadas por los primeros autores que se ocupan de este yacimiento. 

El conjunto denominado B ocupaba la cima, siendo el peor conocido de todos; tan sólo existe una referencia de Laborde (1811), quien sitúa en este lugar construcciones, según él, modernas. 

Resultado de imagen de els estanys almenaraSarthou publicó dos fotografías a inicios del siglo xx, en las cuales se aprecian restos de un muro de un metro de altura, así como una base de pilastra estriada. Esta construcción es la que se consideró como un templo romano. 

Alcina (1950) halló ya este edificio muy arrasado y no lo excavó en su totalidad, por lo que no dibujó su planta. En la vertiente norte se apreciaba la sección de un pavimento; a partir de aquí, Alcina excavó una trinchera a lo largo de toda la cima, documentando varios muros (uno de ellos, muy arrasado, de 1,50 m de espesor) dispuestos en diversos ángulos. Tanto en los suelos como en las paredes se apreciaron signos de incendio

Este edificio debió tener una altura considerable, y al parecer estaba provisto de pilastras, con las que acaso puedan relacionarse algunos capiteles hallados en el yacimiento; por este motivo, Arasa sugiere que pudiese tratase de un monumento funerario, puesto que es característico de este tipo de construcciones el estar provistos de pilastras exteriores decoradas con capiteles; su datación es indeterminada, pero parece tratarse de una construcción de los primeros siglos del Imperio

No obstante,  ello no invalida su posible atribución a un templo. 

Posteriormente, algunos miembros del Centro Arqueológico Saguntino efectuaron una prospección en la que identificaron los restos de otro monumento de menor tamaño, que consideraron también un templo, y que tal vez se relaciona con el otro edificio. Es posible que, dado que se encuentra en el lugar más elevado, se aprovechasen las ruinas de una edificación romana para levantar una construcción defensiva en época medieval, a la que podría referirse Laborde.

(Ambos edificios, uno mayor y otro de menor tamaño, ambos en la cima, forman el conjunto B. El templo es compatible con el edificio de mayor tamaño del conjunto B)

El denominado «conjunto C»  se encontraba en el lado sur de la cima situada más cercana al mar, a unos 10 m. del edificio menor del conjunto B. En su interior había una serie de compartimentaciones, un añadido posiblemente altomedieval, que desfiguraría el edifico originario. Se identifica esta construcción con un monumento funerario y tanto el ritual de la inhumación como otros indicios apuntan que se trata de un mausoleo romano  de los siglos III o IV. 

El dato clave de si las tumbas son contemporáneas o posteriores a la construcción del edificio no puede comprobarse en la actualidad. 

Según Mesado (que todavía vio los restos), el denominado «monumento C» tenía una planta rectangular de 17,05 x 8,45 m; tenía dos puertas, una abierta al sur y otra al oeste. En su interior, adosada al lado norte, se encontraba la cámara funeraria; consistía en una habitación de planta rectangular, de 8,80 x 4 m, con una puerta en el lado este; en su lado oeste había tres tumbas de inhumación, que no contenían ajuar. Se debía acceder al monumento por el lado sur, mediante una escalinata que se conservaba en unas dimensiones de 4,50 x 1,80 m. 

Inscripciones

En relación con el mausoleo puede ponerse un amplio conjunto de 13 inscripciones, que pertenecen a varias familias de la élite saguntina; por ello, no puede afirmarse con seguridad que Sergia Sergilla, uno de los personajes mencionados en las inscripciones, fuese la primera destinataria del mausoleo. En cualquier caso, resulta extraña esta profusión de personajes distintos en un mismo mausoleo. 


Resultado de imagen de els estanys almenara

El tercer edificio

Al sur del edificio C, Pla y Ribelles (1820s) situaban otra construcción «edificio D», donde efectuaron sus primeras excavaciones. Era una estructura de planta rectangular, de (9 x 5,4 m), con muros de 2 palmos (45 cm) de espesor, en cuyos extremos había dos elementos semicirculares a modo de exedras o ábsides, separados del resto de la construcción por sendas paredes: un edificio de planta rectangular biabsidada. 

Según Pla, tenía un pavimento formado por «ladrillo rojo y piedrecitas menudas», que podría ser un opus signinum. En este lugar se hallaron ocho pedestales, en su mayoría inscripciones funerarias. En la exedra del lado oeste se halló un relieve con representación de armas, así como tres fragmentos de una inscripción monumental con el texto Sergius M. [.....]. También se hallaron fragmentos de mármol blanco y otro bloque con molduras, que debían pertenecer a un revestimiento interior, quizás de este mismo edificio. Arasa supone que se trata de una construcción de tipo funerario, que en base a las inscripciones documentadas en los pedestales debe datarse hacia finales del siglo ii e inicios del iii, y que debe corresponder a un culto funerario de carácter familiar
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En resumen

se puede decir que las estructuras arquitectónicas estaban distribuidas en tres terrazas situadas en la cumbre y en la vertiente oriental (la que mira al mar). Todos ellos formaban un conjunto monumental, del que sabemos que los dos edificios inferiores tenían carácter funerario, mientras que del otro edificio sólo sabemos que tenía unos muros (muy gruesos) de 1,50 m de espesor y un pórtico con pilastras. 

Puesto que los otros dos monumentos son de cronología «avanzada», debido a la existencia del ritual de inhumación en un caso y a un inscripción del  año 326 otro, se puede plantear que el tercer edificio sea anterior, quizás del siglo I, como parecen indicar los elementos arquitectónicos. 

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El cuarto edificio

En la cumbre oeste de la Muntanyeta ( en la parte contraria al mar, la que mira hacia la ubicación actual de Almenara) había una construcción (denominada «edificio A») de planta rectangular, orientada al noroeste, con unas dimensiones de 9,1 x 7,7 m, que estaba provista de un ábside central que le proporcionaba una longitud total de 10,8 m. El interior estaba dividido en tres naves. 

Alcina la identificó con una ermita medieval, a partir de la planta y de las cerámicas halladas en la excavación, aunque hace mención al hallazgo de grandes ladrillos y tégulas con impresiones digitales. Por sus reducidas dimensiones y especialmente la distribución del espacio interior, Pérez Sánchez (1985) cree que puede tratarse de una iglesia paleocristiana, en lo que es seguido por Arasa. 

Es interesante señalar que en la zona se encontró cerámica de aspecto supuestamente «medieval» (pero que podría ser tardorromana), con decoración de acanaladuras, así como tégulas romanas, algunas de ellas unidas con argamasa, lo que permitió a Alcina suponer que formaban parte del techo de la construcción. 

Actualmente tan sólo quedan escasos restos, visibles en el mismo borde de la cantera que destruyó la mayor parte del edificio. Hipotéticamente en relación con este edificio pone Arasa un fragmento de inscripción hallado en prospecciones subacuáticas en el estanque, de discutible carácter cristiano, puesto que sólo se conserva un texto de difícil interpretación, en el que se aprecia la terminación -tor, que supone pudo completarse como viator y estar en relación con una inscripción colocada fuera del templo, destinada a llamar la atención del viandate. 

Dado que se trata, al parecer, de un edificio aislado, Arasa supone que pudo tratarse de una parroquia (posiblemente del siglo vi) de un pequeño núcleo habitado cercano a Saguntum. En el cuello que unía esta colina con la Muntanya Blanca, en el extremo oeste, existían unas carriladas (descritas por Pla y Ribelles) que ascendían por el lado norte; Mesado pudo verlas todavía en una longitud de 10 m, con una profundidad máxima de 50 cm.  es posible que estas carriladas deban explicarse como accesos a la zona de Els Estanys, o bien podrían corresponder a un camino que comunicase la zona septentrional con esta zona evitando las lagunas.


Los restos de la llanura y Estanys ¿Una villa?

Según Pla, los restos no se limitaban a la Muntanyeta, sino que también en «gran parte de la llanura oriental [...] todo su contorno está lleno de vestigios de paredes romanas, de fragmentos de urnas, de ánforas cinerarias, vasos purpúreos,  ladrillos sepulcrales», y se hallaron, en los trabajos agrícolas, «ramales de paredes enteras». También Ribelles hace mención de «fragmentos de tinajas, ánforas, ladrillos, tejas y barros saguntinos que cubren la tierra en la extensión de un cuarto de legua» (1,3 km). 

Laborde (1811) mencionaba también la existencia de ruinas junto al Estany, que según él testimonian la extensión de una antigua ciudad. Todo ello parece indicar que al pie de la Muntanyeta, posiblemente junto a su lado meridional, existió un asentamiento romano. De todos modos, las últimas intervenciones proporcionaron pocos materiales. 

Según Pla (1821) a cierta distancia de la Muntanyeta se halló un contrapeso de prensa hecho de piedra de Sagunto, con muescas laterales, que pesaba más de 500 arrobas (5 toneladas), así como otra piedra cuadrada (también con muescas); en la vertiente de la Muntanyeta se halló un fragmento de otra, similar a la primera. Asimismo, Alcina halló en la vertiente del monte una base de prensa, que interpreta con dudas como una base de columna. Por todo ello, hay motivos para identificar el yacimiento con un asentamiento rural

Por Chabret y las notas de Cebrián consultadas por Alcina sabemos que en el siglo xix se extrajeron tierras de la vertiente meridional de la Muntanyeta, y se hallaron sepulturas, sillares y numerosos objetos cerámicos. 

Cebrián excavó tambièn en esta zona algunos enterramientos sin ajuar; Alcina recogió noticias sobre la aparición de enterramientos de tégulas con cubiertas a doble vertiente en un huerto de naranjos cercano a los Estanys. 

En 1961, un tractor destruyó, en la zona llana situada al sur de la Muntanyeta, diversas tumbas con cubierta de losas; en el corte que quedó al pie de la Muntanyeta vio Mesado todavía tres de estos enterramientos. 

Según los datos proporcionados por Pla (1821) algunas tumbas de tégulas se encontraron apoyadas en uno de los contrapesos de prensa hallados en este lugar, dado que encrontró pegados al mismo «algunos ladrillos sepulcrales»; asociada a ellas (y también pegada al contrapeso de prensa) se halló una botellita de bronce con dos asas y parte de una cadenita.

La reutilización de los edificios, la abundante cerámica medieval y los numerosos enterramientos indican una intensa ocupación medieval del lugar. 

De muchos elementos decorados no se conoce la procedencia exacta. Se encontraron reutilizados en muchos lugares, como la torre del Mar (construida en el siglo xvi y destruida en 1801), o la capilla nueva del convento de Almenara (derribada en 1839), así como, según Pla, en muchas «paredes, umbrales y poyos» de Almenara. Pla menciona el hallazgo de columnas estriadas, molduras, volutas, cornisas, basas de piedra caliza azul saguntina y una llave de arco toral de mármol blanco, hallada por él mismo.

Laborde reproduce también algunos de estos elementos, como pilastras, un fragmento de moldura y un muro de opus quadratum con decoración de almohadillado.

Ribelles menciona también «zócalos de pilastras de cuatro caras» y dice que las piedras presentan muestras de haber sido incendiadas. El hallazgo de un capitel jónico publicado por Chabret es interpretado como perteneciente a un ámbito privado, tal vez unos baños.

Huguet  menciona un capitel dórico, «que no acusa gran pureza de estilo». Alcina hace referencia a algunos elementos arquitectónicos como metopas y triglifos. Asimismo, Mesado (1986) menciona diversos objetos, como un fragmento de friso decorado con óvulos y algunos fragmentos escultóricos, entre ellos la representación de una gran pechina sobre una basa jónica, un relieve de armas de mala factura y una especie de canal con protuberancias bulbosas, de los cuales se han publicado reproducciones gráficas.

En cuanto a la pechina, que Arasa sugiere que pudiese formar parte de la decoración de una zona ajardinada de la supuesta villa romana (tal vez un ninfeo o unos baños), señala su conocida relación simbólica con la diosa Venus, haciendo hincapié en su representación en las monedas saguntinas, con lo que Venus podría haber ejercido un papel de protectora de la ciudad de Saguntum.

¿Un puerto?

En la zona occidental de Estanys, V. Pla vio un muro de hormigón de 20 palmos (4,5 m) de longitud, en forma de ángulo obtuso, así como restos de una torre situada en el centro del Estany Gran; estos elementos le llevaron a pensar que se trataba de los restos de un puerto

Valcárcel, en un croquis que realizó de los mismos, presenta el muro de hormigón como un malecón, así como la supuesta torre mencionada por Pla. Cueco (1960) estudió estos dos elementos, llegando a la conclusión de que ambos tenían más de 4 m de alto; la torre medía 1,75 m de diámetro y a su alrededor había una gran cantidad de sillares; en el lado oeste de este estanque localizó una alineación de sillares que formaban un muro de contención de más de 100 m. de largo, que en algunos tramos presentaba decoración de almohadillado. 

En las prospecciones subacuáticas de 1958, además de hallarse fragmentos de sigillata, ánforas, tubos y un opérculo (Martín 1971) se pudo comprobar la existencia del citado muro, construido con sillares regulares, cuya profundidad descendía hasta los cinco o siete metros; en ocasiones (como en el estiaje de 1994) es posible observarlo directamente. Arasa supone que era un muro de contención para asentar las construcciones de la villa que emplaza en este lugar sobre los terrenos pantanosos, suponiendo que el hipotético faro (la torre de 1,75 de diámetro) sea en realidad una construcción decorativa en una especie de ínsula artificial que debería emplazarse en este punto.

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LA PLANA ROMANA

El poblamiento en la Plana en la época romana

Ramón Járrega
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Con todos estos datos se pueden hacer algunas afirmaciones y plantear algunas preguntas:

Parece claro que en la parte más elevada de la colina existió un conjunto de edificios, algunos de ellos relacionados con cultos funerarios. Los hallazgos no son incompatibles con que algún edificio más grande, con gruesos muros y pilastras fuese un templo.

Parece claro también que en la base de la colina, junto a la marjal existió un habitat, que podría ser rural, y en concreto podría ser un villa.

De lo que no cabe duda es de la estrecha relación de todo ellos con la próxima ciudad de Sagunto.

Parece también que el tiempo de ocupación principal es el de los siglos I, II y III, y que pudo haber una reutilización de parte de los edificios de la cima después de la caída del Imperio, pero antes de la dominación árabe.

Resultado de imagen de villa romana con embarcaderoSi lo que había junto a la marjal era una villa, no parece que puede atribuírsele todo el conjunto de edificios a su uso privado, pues los datos de las inscripciones se refieren a familias distintas. 

El muro tipo malecón de la marjal es sin duda interesante. No parece que la marjal fuese un lugar apropiado para la existencia de un puerto lagunar interior. Habría que buscar la respuesta a la forma en la que se resolvía la salida al mar, y además el puerto de Sagunto está muy próximo.  Si el malecón fue realmente un embarcadero para ser utilizado por embarcaciones dentro de la marjal, entonces sin duda se trata de una villa de gran magnificencia y habría que preguntarse entonces quiénes fueron sus habitantes. 

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Problemas en el relato de Polibio. La lógica de la situación.


Los especialistas que se muestran escépticos con respecto a que el templo que aparece en el relato de Polibio estuviese realmente en esta ubicación se basan en algunas dificultades que se desprenden de la lógica misma del relato y de los resultados de los hallazgo arqueológicos.

Para empezar, se dice, el episodio que se cuenta no tiene correlato en otros textos de Tito Libio o Apiano. Este episodio se refiere a que el ejercito romano podría haberse acercado a Sagunto no mucho después de un primer desembarco del ejercito romano en las costas de Tarragona.

El caso es que Polibio cuenta un historia curiosa en la que los rehenes que había capturado Anibal en su recorrido hacia el norte en dirección final Roma, habían sido enviados a Sagunto como una interesante estrategia de guerra; de tal modo que esos rehenes serían la garantía de que las ciudades íberas que había ido dejando atrás en su avance no tendría la tentación de unirse a los romanos.

La historia se hace curiosa cuando un personaje de origen íbero convence a un capitán de la guardia cartaginés (de ambos dalos nombres) para que colabore con él en la liberación de los rehenes, con el supuesto argumento de que por un lado ésto servirá para disuadir al ejercito romano acampado cerca ( a cuarenta estadios) de asaltar Sagunto; y por otro lado, podría servir a los cartagineses como acto de buena voluntad hacia los íberos.

Según Polibio los argumentos del íbero convencen al cartaginés y el primero se pone en contacto con los romanos. Los rehenes quedan liberados e incluso este personaje actúa como protagonista en la devolución de los rehenes a sus ciudades de origen.

El relato es tan extraño y con tantos detalles que no parece una invención, al menos una completa invención. Si tiene fundamento real, tuvo que suceder poco después del paso de Anibal hacia el norte, pasado el primer invierno después del sitio y la destrucción de Sagunto.

Aceptada la verosimilitud del relato, se puede entrar en los detalles.

Se puede alegar que la distancia de 40 estadios es corta para la distancia que existe realmente entre Sagunto y la montañeta de Els Estanys. Pero esta distancia sólo puede ser tomada como un orden de magnitud (pongamos entre 30 y 50 estadios) con lo cual la distancia podría ser compatible.

Según lo que cuenta Polibio se puede interpretar que el ejercito acampó en un lugar desde el que se podía tener un control visual de Sagunto, a la vez que el resguardo que podía proporcionar la elevación del entorno. Todo ello compatible con el espacio alrededor  de la montañeta (sierra de Almenara).

Finalmente, se puede alegar como dificultad principal que la marjal que forman Els Estanys no permitía la conexión entre el ejercito situado en tierra y las embarcaciones fondeadas  en la costa, una conexión a la que se refiere Polibio y que se considera fundamental para el apoyo logístico de la campaña.

Aunque ciertamente el paso a pie por el Estanys no es razonable, no es improbable que dada su configuración, la comunicación entre un campamento situado inmediatamente al sur de la sierra de Almenara, a su resguardo, tuviera comunicación posible con el mar, conocida  por  la avanzadilla exploratoria del  grueso del ejército.

Como conclusión se puede decir que esta última hipótesis no es ni incompatible con el relato de Polibio ni con las investigaciones arqueológicas, ni es inverosimil. Por lo tanto, la hipótesis de que hubo un templo griego en esa ubicación se puede seguir manteniendo a pesar de todo.

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El campamento romano en el Punt del Cid


Al contrario que sucede con el templo de Venus, es mucho más difícil sostener que el campamento del ejercito romano estuviese en aquella ocasión relatada por Polibio, o en ocasiones posteriores, en el Punt del Cid, una colina adyacente al sur de  la montañeta de Els Estanys.

Desde los años 1930s se tiene una descripción de los restos hallados en esta colina, debida a Schulten:

" El recinto amurallado presenta forma trapezoidal, en el que se reconocen cuatro esquinas. Las medidas máxima del trapecio son 470 metros de largo por 300 de ancho, siendo la superficie de 9,4 Has. El grueso de los muros varia entre 1 y 1,20 metros. Los muros están hechos de dos paredes con un relleno en medio.  Se conservan 15 torres: siete en la banda de 3-4 x 4-6 metros. en el lado sur se conservan dos torres que flanquean una puerta de 3 metros".

El hecho de que este recinnto apenas tenga divisiones interiores, su tamaño, su ubicación; hacen pensar de modo inmediato en que este fuese el campamento que utilizó el ejército de Escipión en el verano del 217 a. de C., que aparece en el relato de Polibio. Incluso se sacan conclusiones del tipo de que por la superficie ocupada este campamento habría acogido dos legiones.



¿Pero se trata de un recinto construido en época romana? Para dar respuesta a esa pregunta hacía falta una prospección más detallada.

Una primera campaña fue realizada en los años ochenta por Gusi, y ha sido publicada por F. Arasa.

Lo que podría ser más decisivo, en el caso de hallarse, son los restos de cerámica, que son los que permiten poner fechas. En este caso, pese a que la forma del recinto y sus construcciones interiores son compatibles con un campamento romano, sin embargo, la cerámica hallada es típicamente medieval. 

El problema entonces es que algo que se parece mucho a un campamento romano, salvo quizás en la poca consistencia de la fabrica, habría de fecharse como medieval. No se parece sin embargo a un castillo hispano-musulman ni a un refugio en altura medieval.

Parece algo hecho para durar, pero que duró poco. Que se buscaba la protección de la muralla, pero que no se necesitaba una defensa excesiva. 

(Quizás no se adivinaba el peligro pero el peligro llegó de repente).

¿Quién construyó el recinto? ¿En qué momento?¿Para qué fin? ¿Qué relación tenía con Sagunto?

la hipótesis del uso militar temporal no es descartable, pero habría que situarla en su contexto. Y ese contexto parece apuntar a un momento que no está lejos del final del Imperio, quizás en la época romano-bizantina, genéricamente altomedieval.


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EL PUNT DEL CID D'ALMENARA (LA PLANABAIXA, CASTELLÓ). NOTES SOBRE LA PRIMERACAMPANYA D'EXCAVACIONS 

FERRAN ARASA I GIL

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viernes, 8 de diciembre de 2017

LA FONT CALDA Y EL SANTUARIO DE SANTA BÁRBARA INTERPRETADOS.

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La Font Calda


La primera referencia escrita a una fuente de agua caliente en la Villavieja de Nules aparece en un documento de 1527. Pocos años más tarde, en 1538, la menciona el cronista Beuter, y en 1610 aparece citada por Escolano.

La primera noticia acerca de restos de unas posibles termas romanas fue hecha por Lemos más tarde, en 1788.  Se refiere a la existencia de unos baños romanos que aprovechaban las aguas de esta fuente, indicando que los más viejos del lugar recordaban la existencia de sus restos (que por su pequeñez llamaron las casetas), en el campo situado «a la izquierda saliendo por la Calle de San Vicente para el Lavadero». Todo ello ya no era visible entonces.

Ya en el siglo XX, Esteve  dice que en los años 1920s, a poca distancia de la fuente termal, se veían aún los baños de los moros, consistentes en unos muros con restos de bóveda por uno de sus lados. Más interesante es que menciona también una balsa de planta redonda, situada más abajo del castillo,  de dura mampostería de piedras unidas con mortero, que recibía el agua de una fuente actualmente perdida. 

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Esta balsa es compatible con una piscina limaria (de decantación de limos),  antes de llegar a las termas situadas más abajo. Sería similar a la hallada en  Mas d’en Gras (Vila-seca), cerca de Tarragona. 

Un dato interesante es el que apuntan Felip y Vicent, que  hacen referencia a la evidencia del paso de una vía romana junto a la fuente.


Interesante también es que  en un radio inferior a los 150 m desde la fuente se han hallado un as de Claudio I y un sestercio de Trajano, así como monedas de «Máximo Pío Augusto (¿?)». 


En 1987, se hallaron fragmentos de tégulas, ánforas, dolia, cerámica común y una base de sigillata hispánica con la marca Acouanus. Esteve hace referencia al hallazgo de un «gran bronce»  de Nerón y otro de Trajano, hallado en la salida de la población hacia Nules (un dato este último sin duda interesante).

¿En qué época pudieron estar funcionando las baños?

Los materiales encontrados, aunque escasos, permiten documentar una ocupación fechada en los siglos I y II. La referencia a Magno Máximo indicaría una ocupación en época posterior tardorromana.

Lo que se puede afirmar es que las cerámicas romanas y las monedas de Claudio y Trajano, así como el pavimento de mortero, y las referencias a otros restos arquitectónicos, prueban la existencia de un establecimiento de época romana imperial en el casco urbano de la Vilavella de Nules. Aunque no queda claro, en principio, si tuvo un carácter privado o público.


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El santuario (Santa Bárbara)

¿Dónde está?

A 500 metros al este de la Font Calda. En el cuello de un espolón donde anteriormente había habido un poblado fortificado de la Edad del Bronce. 

El yacimiento fue descubierto por F. Esteve en 1924. En visitas posteriores, recogió un altarcito, una inscripción, fragmentos escultóricos de mármol (que representan un pie humano y un conejo o una liebre), una terracota representando una cabeza humana femenina y una figura pequeña que parece una antefixa. 

La zona sufrió intensos bombardeos en 1938, durante la guerra civil por lo que después de ella los indicios han quedado mucho menos claros.

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Moneo, en un estudio sobre santuarios ibéricos realizado en 2003, se ocupa del de Santa Bàrbara,  señalando su origen indígena, con una fecha que sitúa hacia los siglos II y I a. de J. C. Este primitivo santuario, al aire libre, tendría una plataforma adosada a la pared natural, que debió cumplir funciones de sancta sanctorum. Sugiere asimismo que el santuario pudo tener una función de control territorial (no se trata ni de un santuario urbano ni periurbano).

La construcción con muros de piedra sin mortero debió ser muy sencilla, con un área abierta delante, pudiendo ser estas estructuras posteriores a las de un santuario más antiguo, puesto que estas se corresponden con un santuario romano, con una serie de ofrendas que debieron depositarse junto a una edícula (un templete que puede servir como tabernáculo o relicario). La presencia de grandes amontonamientos de piedra podrían haber alterado (u ocultado) la existencia de algún edificio desaparecido anterior (ibérico). Incluso los restos de un posible templo podrían estar en algún otro lugar adyacente, o haber desaparecido por la reutilización del material. 

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Inscripciones, cerámica,  monedas y huesos.

En cualquier caso, la Muntanya de Santa Bàrbara constituye el segundo conjunto epigráfico de la Plana por importancia numérica (15 inscripciones), después del de Els Estanys. 

Las inscripciones forman parte de exvotos, apareciendo las fórmulas ex voto, votum solvit y votum solvit liberns animo. Tres de ellas contienen quizás una dedicación a Apolo; en una de éstas se conserva un nombre, Rodope, que puede identificarse con el nombre de la dedicante. 

Las otras inscripciones no conservan el nombre de la divinidad, pero sí el de los dedicantes: en un caso es Baebius ---[G]raphicus, en otro Coelia Rhodine. 

Resultado de imagen de santuario de santa barbara villaviejaPosiblemente la mayoría de los dedicantes debían ser libertos, como se desprende de sus nombres griegos. A unos 100 metros del santuario apareció otra inscripción, el nombre de la dedicante, inseguro, parece leerse Marciana, y se aprecia el texto [..]arracone, cosa que permite suponer que se trata de una tarraconense.

Teniendo en cuenta que la inscripción no se halló directamente en el santuario es posible que quepa relacionarlo más directamente no con el santuario sino con la Font Calda, es decir, el balneario.

Por otro lado, se han recogido 78 fragmentos escultóricos de mármol blanco, de los cuales 50 son amorfos, y el resto está muy erosionado; de todos modos, se han identificado representaciones de figuras humanas (un fragmento de pie con cáliga de tamaño próximo al natural, un fragmento de mano) y de animales (la parte anterior de la efigie de un conejo o una liebre, y un cuello y parte de la cabeza de un caballito). 

Los restos permiten identificar un mínimo de 8 figuras diferentes, de las cuales 3 son humanas (un guerrero, otra figura posiblemente también armada y otra de características indeterminadas, pero que, por la posible presencia de un tirso, podría ser una representación de Baco) y 5 animales (un conejo o una liebre, un caballito y posiblemente dos más, así como un posible león, identificado por una parte de su melena). 

También se hallaron dos entalles, uno de jaspe con la representación de Mars Ultor, que data del siglo II, y otro de cornalina con la representación de Apolo Citaredo, que puede ser del siglo I

Los materiales cerámicos son abundantes, habiéndose hallado cerámica ibé­rica (vasitos para libaciones rituales), así como cerámicas romanas diversas. 

De época tardoantigua son algunos fragmentos informes de sigillata lucente y sigillata africana D. 

Asimismo, se han hallado fragmentos de ánforas, así como abundantes fragmentos de vidrio, una cabeza de aguja y un peque­ño dado de hueso, numerosos clavos de hierro, parte de una aguja y otros objetos de bronce, una aguja de plata y un broche de oro de doble gancho. 

Existe también un importante conjunto de monedas (86), formado por un shekel hispano-cartaginés, un victoriato y un sextante de la ceca de Roma, tres quadrantes de Arse, y monedas de Claudio, Nerón, Tito, Domiciano, Nerva, Trajano (9), Adriano (19), Antonino Pío, Faustina, Marco Aurelio, Alejandro Severo, Galieno, Claudio II, Quintilo, Aureliano, Tétrico, Severina, Probo, Diocleciano, Maximiano, Constancio Cloro, Constantino I, Constantino II, Delmacio, Constancio II, Valentiniano II, Magno Máximo y Teodosio (todo un repertorio que podría abarcar desde principios del siglo II a. de C. hasta el finales del siglo IV, con un punto alto de frecuentación en el siglo II).

Se halló también un considerable conjunto de huesos que probablemente correspondían a ofrendas, muchos de ellos ennegrecidos por el fuego, lo que permite suponer que después del sacrificio las ofrendas eran ingeridas (cerdos, ovejas, cabras, gallos y conejos; en menor proporción aparecen también pájaros: perdices, garzas, tordos, pinzones, etc). 

Las inscripciones tienen distintas fechas: tres de ellas (una de las cuales es la de [..]arracone, que se halló fuera del santuario) a inicios del siglo i, cuatro a finales del mismo siglo o inicios del ii, tres en el siglo ii, cuatro en los siglos i-ii y otra es de cronología indeterminada; proporcionan una datación para el santuario (por vía epigráfica) comprendida entre los siglos I y II de nuestra Era, con una aparente mayor concentración en la segunda centuria, lo cual es coherente con las monedas encontradas.

Los abundantes materiales cerámicos encontrados muestran una mayor concentración entre inicios del siglo i y el ii, con una ocupación poco importante numéricamente de los siglos IV y V.
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Los hallazgos son suficientes  para determinar que el yacimiento corresponde a un santuario ubicado en altura, de factura muy simple, debido a que los escasos restos arquitectónicos documentados al consistir en muros hechos con piedras unidas sin mortero y ante la ausencia de pavimentos. Sin embargo, al no haberse podido demostrar la relación entre estos muros y el santuario, es posible la existencia de un edificio no localizado, bien por no haberse excavado sus restos, bien por haber desaparecido al reutilizar el material. 

No se sabe si el santuario estaba dedicado a una divinidad típicamente romana o se trata de la asimilación de un numen ibérico a una divinidad romana, tal vez Apolo. 

La presencia de vasitos ibéricos aparentemente relacionados con libaciones permite suponer que el santuario pudiese tener un origen prerromano, o de época iberorromana, lo que refuerza la posibilidad de que la divinidad o las divinidades veneradas fuesen indígenas. Tampoco es posible saber si existía o no una relación entre el santuario y la Font Calda, teniendo en cuenta su proximidad y el hecho de que algunas fuentes se asociaban al culto a divinidades salutíferas.


La inscripción con el texto [..]arracone permite suponer que un personaje procedente de Tarraco (Tarragona) pasó por esta zona y dejó un exvoto, lo que puede relacionarse con el santuario y muy posiblemente con la fuente termal. Lo cual no es nada raro, pues ciudadanos tarraconenses ofrecieron también exvotos a Apolo en otro ámbito termal, en Caldes de Montbui (Barcelona),(el culto a Apolo podía haberse extendido en Hispania a partir de Tarraco).

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Con estos datos se pueden hacer conjeturas sugerentes:

Si se toma como hipótesis que la vía Augusta seguía un trazado que en este tramo pasaba a unos dos kilómetros de la font Calda, entonces algunos datos adquieren sentido.

Si la vía Augusta se construye a principios del siglo I, la Font Calda y el ya posiblemente santuario indígena quedan muy próximos a la ruta principal entre Tarragona y Sagunto. 

No era nada extraño que se utilizaran las fuentes termales en las rutas largas para hacer un alto en el camino. Especialmente eran visitadas las fuentes que quedaban próximas a una ciudad, puesto que podía usarse para entrar en ella ya liberados del polvo del camino.

La fuente y el santuario podían ser pues una parada agradable en la ruta de Tarragona a Sagunto (en el último día de viaje después de haber pasado la noche en Sebelaci o Noulas, en el cruce del Mijares) y una ocasión para realizar una ofrenda a cambio de pedir los favores que a cada cual le pareciesen más urgentes, e incluso que algunos hicieran el viaje expresamente.

No es tampoco nada extraño que los años de mayor frecuentación sean los que se corresponden con los siglos I y II; sobre todo el siglo II, el siglo de mayor esplendor del Imperio, y dentro de éste, los reinados de Trajano y Adriano.

En el siglo III, tras la muerte de Alejandro Severo se suceden cincuenta años de una crisis profunda que se traduce en una crisis del comercio a larga distancia. Se retrae la economía para volverse más local, y las rutas de largo recorrido se hacen con mucha menos frecuencia. Quizás se recuperan a partir del reinado de Diocleciano, al final del siglo, y quizás se restablecen en el siglo IV y principios del V, para decaer finalmente con la caída definitiva del Imperio. 

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Religio iberica: santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I A.C.)


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