RELATOS CÓNICOS ENCADENADOS


Capítulo primero         

Este de Hispania. Siglo XIII 

Don Jaime, don Pedro y don Blasco

I

La muerte de don Pedro Ahones




En abril de 1225 don Jaime convoca  Cortes  en Tortosa. Pasados los prolegómenos habituales, pronto se entra en el tema que al rey le interesa: la necesidad de emprender la reconquista contra el Islam. Al final de la reunión, no sin debate,  el rey consigue arrancar   la proclamación de que efectivamente tal necesidad conviene a los intereses de los allí reunidos y de los que ellos representan.



El proyecto no empieza bien. La empresa, que se inicia con el sitio de Peñíscola, por la falta de colaboración de los caballeros aragoneses, fracasa. No obstante, tal es el empeño del rey de ir contra Valencia que  planea otra expedición. Esta vez, las tropas habrían de partir de Teruel. Una vez más, la convocatoria real no tiene  suficiente éxito  para llevar a buen término la expedición; pero sí la suficiente presencia para  intimidar al rey moro  Zayd Abu Zayd, que se ve obligado a iniciar una política de apaciguamiento. Se compromete al pago de un quinto de sus rentas de Valencia y Murcia, a cambio de la paz.


Por como se comportaban ante las convocatorias, ya se veía que las cosas no estaban  claras entre el rey y sus vasallos aragoneses. Existía, sin duda,  falta de coincidencia de intereses. Más que  la cuestión de ir contra los moros, se  discute el modo de llevar a cabo las campañas y  quién había de liderarlas y sobre todo cómo habrían de repartirse los beneficios.

Tan es así que en el viaje de vuelta desde Teruel hacia Zaragoza se encuentra el rey en Calamocha con una compañía de sesenta caballeros capitaneados por D. Pedro Ahones, hermano del Obispo de Zaragoza y cabeza de la liga que se había formado contra él. 

El rey reacciona pidiéndole a don Pedro que le acompañe una parte del camino para hablar de los asuntos que les tienen enfrentados. De mala gana accede don Pedro, que le acompaña sin embargo hasta Burbáguena.  


Allí se detienen en una casa de templarios y entran por fin en materia. Don Jaime le echa en cara el haber tenido que aceptar una simple tregua mientras que hubiera sido posible, con su colaboración, una buena cabalgada en tierra de moros. No obstante lo que le pide el rey a don Pedro es que una vez acordada la tregua no cruce la frontera por su cuenta pues eso sería quebrantar la promesa y la palabra del rey. Don Pedro no se amilana y le responde que precisamente van en expedición hacia la frontera y que ya han hecho grandes gastos él y su hermano el obispo y que ya no pueden volverse atrás. En este punto se desata la cólera de don Jaime que le dice que queda preso. Don Pedro hace ademán de desenvainar la espada y es entonces cuando llegan a las manos. Los acompañantes de don Pedro le ayudan a desasirse, pues el rey  había conseguido reducirle a pesar de ir desarmado. Rápidamente don Pedro y los suyos montan sus caballos y huyen en dirección hacia  el castillo de Cutanda. 


D. Jaime consigue  un caballo y junto con algunos de los suyos, entre los que está don Blasco de Alagón,  cabalga en persecución de don Pedro. Después de un largo trecho, don Pedro viendo su caballo fatigado decide esperar a sus perseguidores y hacerse fuerte en un cerro junto con otros veinte o treinta hombres. Al verlos, don Jaime se arroja contra ellos al grito de ¡Aragón, Aragón!  Esta invocación le resulta providencial  pues los caballeros que acompañan a don Pedro huyen, dejándolo solo con su escudero. Se produce entonces un desenlace no esperado. Uno de los acompañantes de don Jaime le arroja su lanza a don Pedro, hiriéndolo de muerte. Esto contraría tanto al rey  que incluso detiene a don Blasco, que pretendía rematar al herido,  que de todas formas muere sin remedio, a lomos de su caballo ya camino de Burbáguena.




Bien sea por un cálculo consciente, o más probablemente por una inclinación natural de su personalidad - tiene entonces sólo diecisiete años -  el rey es magnánimo  en los asuntos del entierro de don Pedro. Junto con los suyos lleva los restos hasta Daroca y allí organiza un entierro solemne en Santa María la Mayor.

II 

Don Jaíme no cede

No sirvió de mucho el gesto de don Jaime, enterrando con honores a don Pedro Ahones, pues a la muerte de don Pedro le sigue una guerra civil en Aragón.

Este es un mal conflicto. Poco tienen que ganar ni uno ni otro bando, si el asunto no se resuelve de forma rápida.


El conflicto tiene su origen en el modo en que se había constituido el reino. La corona de Aragón es el resultado de la unión por matrimonio del antiguo reino de Aragón con el principado de Cataluña. El reino de Aragón se había extendido a partir de un núcleo de resistencia que se hizo fuerte en Jaca frente al invasor musulmán en el siglo IX. Este núcleo tiene un carácter netamente hispano y se considera a sí mismo heredero de la monarquía hispánica visigoda. Por el contrario, el principado tiene su origen en la Marca hispánica, territorio de salvaguarda de las fronteras del reino franco establecido por Carlomagno según su costumbre.

Ambas tradiciones tienen conceptos distintos sobre el tipo de  relación que debe regir entre reyes y vasallos. En Aragón, esta relación es más próxima a la tradición germánica. El rey está a la cabeza del reino como resultado de un pacto. Los súbditos tienen obligaciones pero también derechos que se plasman en los Fueros que se encarga de hacer cumplir una figura especial, el Justicia. 

En la Marca las cosas son distintas. Desde los tiempos de Carlomagno los reyes francos habían tenido la voluntad de heredar el imperio romano occidental. Esta herencia implica la asimilación de un poder central fuerte. En la Marca Hispanica, el conde de Barcelona es la suprema autoridad y ejerce tanto el poder de legislar como el poder de juzgar. 

Unida la Marca a la Corona de Aragón, son precisamente los príncipes de Cataluña los que se convierten en reyes del nuevo reino unido y tratan de imponer su forma de gobernar a todo el conjunto.


No es de extrañar que los nobles aragoneses, a la vista de las pretensiones del joven rey don Jaime, traten, desde un principio, de hacerle comprender sus intenciones de seguir conservando cierta autonomía en la organización de sus campañas contra los moros, tal como habían venido haciendo hasta entonces. 

El episodio que acaba con la muerte de don Pedro Ahones, pone de manifiesto estas desavenencias de fondo. La invocación del nombre de Aragón desconcierta a los nobles que acompañan a don Pedro en el momento mismo del cuerpo a cuerpo; no obstante, ya cada uno en su casa, fríamente, no ven más salida que la de las armas para hacer valer su forma de entender el poder de la corona.

El conflicto hubiera podido acabar con la retirada del rey, en el caso de que la oposición fuera unánime y el carácter del rey no lo suficientemente fuerte. No se daba aquí ni lo uno ni lo otro, y algunos señores de importancia se colocan del lado de don Jaime. 

Así las cosas, visto que el rey no cede, y siendo lo sensato no prolongar más una lucha fraticida, se necesita un mediador. Este papel recae, de forma casi natural, en el alto clero.

Realmente, esta solución favorece al rey, ya que un bando se debe conformar con la ausencia de represalias, mientras que el otro puede obtener algún compromiso de fidelidad, o al menos, de no oposición a los proyectos que se aprueben en Cortes.


Con todo, el conflicto se prolonga hasta bien entrado el año 1227. El 22 de marzo se firma la concordia en Alcalá del Obispo. El rey y sus aliados, por un lado, y las facciones de barones por otro, consiguen llegar a un acuerdo favorecido por el Arzobispo de Tortosa, que actúa bajo la tutela del Papa.

La concordia abre por fin las puertas a las grandes empresas conquistadoras del rey


III

Don Blasco va por libre




Al acuerdo con sus vasallos, se une un golpe de suerte. Se produce por estos meses la descomposición política del Sharq al-Andalus, esto es, el territorio este del al-Andalus, formado por las kuras de Murcia, Játiva y Valencia. Como consecuencia, se produce la proclamación de Ibn Hud en 1228 como emir en Murcia, reconocido por los arraeces de Alzira, Xátiva y Denia. Por si fuera poco Zayyan, un nieto del rey Lobo, aprovecha el descrédito que el pacto con el rey Jaime le había traído a Zayd, y se subleva en Onda. Consigue después ocupar Valencia, lo que obliga a Zayd a refugiarse en Segorbe y pedir ayuda a don Pedro Fernández de Azagra que le exige a cambio la entrega de Bejís y otras tierras del alto Turia. A pesar de este apaño, Zayd se siente poco seguro frente a Zayyan y pide ayuda al propio don Jaime, con el que ya había tenido tratos anteriormente. Esta vez sube su oferta. Zayd se compromete al pago de la cuarta parte de las rentas  de los territorios que lograse recuperar y pone como fianza algunos castillos. El pacto se firma en Calatayud el 20 de abril de 1229. El acuerdo incluye la declaración de Zayd Abu Zayd como vasallo del rey de Aragón.


Poco desarrollo puede tener este pacto, pues ni la ayuda de Aragón es mucha, ni Zayd es capaz de recuperar por sí mismo el control del reino de Valencia que está en su mayor parte en manos de Zayyan. Su control se reduce a Segorbe, Almenara, Nules, la sierra de Espadán y poco más. Ciertamente Zayd es muy aficionado a solucionar todos sus problemas mediante pactos y es muy proclive también a sustituir unos por otros. Zayd habia empezado su trayectoria de gobernador de Valencia pactando con Fernando III de Castilla, pacto que no tiene inconveniente en romper al reconocer después al califa de Sevilla. Este segundo pacto con Jaime I no será el último, pues a este le seguirán un tercer y cuarto pactos.


Don jaime tiene, no obstante, puesta ahora su atención en otro foco. A finales del verano de 1229, el cinco de septiembre, parte de Salou, Cambrils y Tarragona una expedición de 150 naves hacia la ciudad de Palma en Mallorca, que se rinde tras un duro asedio de tres meses. El resto de la isla le sigue sin apenas resistencia. Esta vez la campaña es una empresa netamente catalana que sólo cuenta con algunos caballeros aragoneses. El rey se había asegurado el dinero necesario para la flota por medio de un acuerdo de las cortes catalanas reunidas en Barcelona el año anterior que le asignó el subsidio correspondiente a la recaudación del impuesto del bovaje.


No es sorprendente el apoyo de las Cortes a la campaña de Mallorca, habida cuenta de que fueron precisamente los mercaderes de Barcelona, Tarragona y Tortosa, los que habían pedido ayuda al rey para acabar con las agresiones de los piratas musulmanes mallorquines. El problema les pareció tan grave que la petición de ayuda incluía la oferta de sus naves comerciales para formar la flota. Los barones catalanes, por su parte, no se ven directamente concernidos por el problema de los piratas, ya que sus intereses están a resguardo de la costa, pero algunos aceptan participar a cambio de botín y tierras.



A pesar de su impaciencia, el rey tiene que esperar hasta el verano de 1232, cuando ya la conquista de Mallorca está dominada, para dar el primer paso definitivo en la empresa valenciana. Este año se reúne en Alcañiz con don Blasco de Alagón y el maestre de la Orden del Hospital. El papel del maestre es aquí de introductor. Don Blasco había pasado los dos últimos años alejado, en tierras valencianas, sirviendo a Zayd en una especie de destierro después de las luchas civiles en las que a don Jaime le llegaron malas informaciones sobre las intenciones de don Blasco y las relaciones entre ambos se habían enfriado. Esta es la razón por la que la presencia del maestre como mediador es importante. Por un lado, don Jaime había tenido desde muy pequeño relación con las órdenes militares al haber sido educado por templarios en el castillo de Monzón. Por otro, don Blasco pertenecía a la orden del Hospital, el maestre era pues un intermediario válido para ambos. Expone el maestre que la desconfianza en don Blasco es injustificada, que durante la guerra civil se comportó lealmente y que fueron enemigos de ambos los que les enfrentaron con maledicencias. Añade que don Jaime debía saber muy bien, porque se había educado en los valores del temple, que hay cuestiones más importantes que las personales y que ganar las tierras valencianas para la causa cristiana era sin duda una de ellas, y que para ello era fundamental la ayuda de don Blasco pues conocía cosas de gran interés.



Lo que don Blasco aporta precisamente en esta reunión es su alto conocimiento sobre las interioridades del reino valenciano. Cuenta lo fértiles que son aquellas tierras, la gran cantidad de alimentos que de ellas se pueden obtener y los ejércitos a los que se puede alimentar, la bondad del clima y su situación estratégica en el Mediterráneo. No obstante, De lo que se trata como tema principal es de fijar una estrategia que supere las improvisaciones de las campañas anteriores. No es posible una conquista sistemática del territorio y se presenta como mejor táctica ganar alguna plaza concreta de importancia que sirva como cabeza de puente, si es posible, en el llano.


Don Blasco, en cualquier caso, se ve a sí mismo, más como aliado que como vasallo. Su relación con Zayd es una baza con la que cuenta para tomar sus propias iniciativas de conquista. Don Blasco sabía de la debilidad del gobierno musulmán de Morella. A pesar de la apariencia externa inexpugnable, sabía don Blasco que la moral de resistencia en el interior de las murallas no era muy fuerte. Sobre la base de esta información decide acometer él solo la toma de la ciudad. 


IV 

Don Blasco toma Morella y el rey actúa




Muy buena era ciertamente la baza que tenia don Blasco para la toma de Morella. Tenía una quinta columna dentro de las murallas. Los hijos de Abu Zayd, que estaban en la ciudad, tenían compromisos muy fuertes con él, como resultado de haberles salvado la vida con ocasión de sus luchas internas cuando don Blasco estaba a su servicio en Valencia. Cuando ven llegar las tropas a las inmediaciones de las murallas salen a su encuentro en son de paz. Ofrecen dinero y rehenes a don Blasco para que se retire, pero éste los rechaza. Los infantes moros se ven entonces en la encrucijada de pagar sus deudas de honor con una traición abierta, o luchar. Lo que hacen es pedir una pequeña tregua para pensar su solución. Le piden a don Blasco que espere unos días hasta que sean capaces de prepararle la entrada en Morella. Una luz en las almenas es la señal convenida.


Tras unos días de paciente espera, la señal se produce y don Blasco entra en Morella por la puerta de Ferrisa, un día de octubre de 1232.


La toma de Morella sorprende grandemente a don Jaime. Bien era verdad que en Alcañiz había acordado con don Blasco que podría quedarse con aquellos castillos que conquistase. Pero Morella era una gesta demasiado importante. Tan importante que la conquista de Valencia podía quedar en manos exclusivamente de don Blasco que era al fin y al cabo un noble aragonés. Si bien no podía enfrentarse con él, tenía que marcarle los pasos si quería que la conquista fuese una empresa de la corona y no de tal o cual noble aragonés por más importante y más amigo que éste fuera o pareciera.




No podemos nosotros ahora saber con certeza si don Jaime decide tomar el castillo de Ares para confinar a don Blasco en los puertos de montaña, cerrarle el paso hacia el sur y dejar la franja costera expedita para que por ahí pueda avanzar con medios enteramente suyos; o bien la plaza de Ares ya había sido tomada cuando el rey se entera de lo de Morella. El caso es que decide ajustar cuentas con don Blasco personalmente. Desde Albarracín se dirige hacia el recién conquistado castillo de Ares, pero no es allí donde llega sino a las inmediaciones de Morella, donde con algunos acompañantes se las arregla para tener un encuentro con don Blasco.



El episodio se desarrolla en lo más crudo del invierno, en los días que preceden al día de Reyes. Jamás habían pasado don Jaime y los caballeros que le acompañaban, tanto frío y tanta hambre, a la espera de que don Blasco se decida a salir del castillo. El padre Rabasa, que cuenta esta gesta como cronista de Morella, dice muy expresivamente, que estaban con el cuerpo arrecido de frío, y de coraje, el alma negra. Tanto hablar de la fertilidad de las tierras valencianas cuando lo que tenia que haberle contado es la debilidad de Morella para que la ganara él como rey de Aragón. Definitivamente las palabras del maestre habían sido demasiado blandas con don Blasco. 

El encuentro finalmente se produce. Algunos hombres de don Jaime consiguen abordar a Don Blasco y le conminan para que se presente ante el rey que se encuentra guarnecido del frío en una cueva de los alrededores. Don Blasco no tiene más remedio que acceder y después de unos momentos en los que la conversación es tensa, el encuentro resulta al final más o menos satisfactorio para ambos. Acuerdan que don Blasco entregará la plaza al rey pero que éste luego se la entregará de nuevo como vasallo y tendrá el poder efectivo sobre ella.

El siete de enero de 1233 don Jaime entra con todos los honores en Morella. A partir de este día don Blasco de Alagón se quedará por estos lugares, con muy poca dependencia del rey, pero dejando la conquista de Valencia para don Jaime.


Burriana



Resuelto el asunto de Morella, el rey llega a Ares, donde está poco tiempo. Desde allí regresa a Aragón.


Ahora ya ha visto claro que don Blasco tiene razón cuando dice que la clave de la conquista de Valencia está en Abu Zayd. Ya no hay duda, sobre todo, después de que sus hombres dijeran haber visto al mismísimo Abu Zayd junto con don Blasco, en Morella.

Abu Zayd tiene el control de Segorbe y, por lo tanto, es por esa vía por la que hay que entrar. Además la ruta hacia Segorbe parte de Teruel y son los caballeros de Teruel los que gozan de la mayor confianza del rey, después de que fueran ellos los que habían ganado la plaza de Ares para él.

En la bajada hacia Segorbe está Jérica. No controlada por Zayd y por lo tanto hostil. No queda más remedio que ganar la plaza.

A estas alturas ya tienen la táctica clara para este tipo de enclaves. Hacen una tala sistemática de los cultivos de los alrededores, dejan el campo despejado y las cosechas arruinadas.

No hay tiempo, sin embargo, para entretenerse en Jérica. Parte del ejército cristiano ha llegado ya a las inmediaciones de Sagunto y está en dificultades. Don Jaime se reúne con ellos, y una vez todos juntos, se dirigen a su objetivo: Burriana.

Burriana es ese enclave del llano del que tanto se habló en la reunión de Alcañiz. Por fin parece que se van a cumplir los planes. Planes que no pillan por sorpresa a Zayyan, que controla Burriana y ha hecho preparativos para la defensa de la ciudad, la más importante al norte del reino.

La cosa apunta a que va para largo. Se inicia un bloqueo. Se reúnen fuerzas y se construyen máquinas de asalto. Las murallas son robustas y los cristianos se aplican en la construcción de una torre de madera que les permita sobrepasarlas.

Los moros, en una de sus salidas, consiguen destruirla.

Los ejércitos cristianos piensan entonces en ir a mayores. La conquista de Mallorca había tenido éxito gracias al ataque por mar. Entonces los mercaderes catalanes habían cedido sus naves, ahora, sin embargo, no estaban directamente interesados en la empresa. Si el rey las quería tenia que pagarlas. La corona no tiene suficiente dinero y pide fianza. Los asuntos económicos no son el fuerte del rey y las naves no aparecen.

Zayyan piensa que es su momento de pedir a los sitiadores que se retiren, y de hecho, algunos caballeros creen que es la mejor opción. Es el rey el que se empeña en seguir y defiende el proyecto ardorosamente. Él mismo se encarga de cuidar a don Bernardo Guillen cuando resulta herido y es él quien se pone en primera fila para parar las salidas de los moros.

Por fin, cuando ya nadie lo esperaba, una de las torres de la muralla se desploma. Es el punto débil por el que se intenta la entrada. No es fácil, la brecha es demasiado estrecha y son rechazados. Pero el sitio se va haciendo largo y los cristianos siguen recibiendo refuerzos. Vista la situación, los moros deciden capitular. Burriana se rinde, después de dos meses de sitio, en el mes de julio de 1233.

La toma de Burriana rompe el vínculo entre las tierras del norte y Valencia. El rey se hace fuerte en la ciudad, repara la muralla e inicia la conquista de los castillos de la sierra de Irta avanzando esta vez de sur a norte. Se rinde Chivert, se rinde Pulpis, y por fin se rinde Peñíscola. Esta plaza es la que mayor satisfacción le produce a don Jaime, pues allí se habían tenido los fracasos mayores al inicio de las campañas.



Con esto se da por concluida esta fase de la conquista. Un rey no puede estar mucho tiempo fuera de su reino. Desde Burriana regresa a tierras catalanas para seguir de cerca los asuntos de la corona.

VI

Almenara

La conquista de Burriana y la rendición de los castillos al norte de esta plaza dan confianza a don Jaime.

No obstante, a pesar de la facilidad con la que caen los castillos de Peñíscola o Alcalá, no ve clara la posibilidad de atacar, desde Burriana,  la ciudad de Valencia.

Hace falta una estrategia más elaborada.

El primer plan consiste en ganar primero una plaza al sur de Valencia que sirva como el otro extremo de una pinza que presione  a  la ciudad desde dos frentes.

Con objeto de lograr este objetivo, las tropas cristianas  hacen dos incursiones. En la primera llegan hasta Albalat de la ribera, pero no pasa de ser un tanteo y vuelven sobre sus pasos hacia Burriana. La segunda se fija ya un objetivo concreto de importancia. Se trata de conquistar el castillo de Cullera.

Para ello las tropas cristianas cuentan con el apoyo de algunas máquinas de guerra. En concreto  con dos catapultas que se envían por mar desde Burriana  a las inmediaciones del castillo donde se apuestan las tropas.
        
El castillo de Cullera ofrece más resistencia de la esperada, más por falta de una estrategia adecuada que por mérito de los defensores. A pesar del fracaso, algo aprende don Jaime.  Las torres que se sitúan a distancias regulares, son almenaras en las que se encienden hogueras que sirven de aviso del movimiento del enemigo. Por eso la toma de Almenara se vuelve ahora tan importante.

Almenara con sus dos torres de comunicaciones era uno de los elementos fundamentales del sistema que le permitía a la ciudad de Valencia saber lo que estaba pasando en todo su perímetro. Esta información les era vital para preparar las defensas y hasta ahora nunca los cristianos habían logrado coger suficientemente desprevenidos a los musulmanes para que sus ataques tuvieran éxito.

No había más remedio que tomar primero Almenara y dejar a Valencia sin la información de sus movimientos de aproximación.



VII

Don Jaime en Uxó

Lo moros de Uxó, de Castro y de Nules tenían buenos motivos para pactar con las tropas cristianas, apostadas en el castillo de Almenara. 

Durante el sitio Mallorca, aunque no muy prolongado, hubo algunos episodios dramáticos. Los moros sitiados consiguieron apresar a algunos cristianos y les crucificaron en las almenas. En respuesta, una vez ganado el sitio, los vencedores pasaron a cuchillo a una parte de la población vencida.

Más cerca tenían, no obstante, el ejemplo de Burriana. Los esfuerzos que les obligaron a realizar los moros a las tropas cristianas, tuvieron la represalia de la expulsión. No pocos eran los que teniendo amigos o parientes en el valle se habían refugiado aquí y les habían contado como había sido el sitio y como habían tenido que abandonar sus casas y sus tierras. No era bueno pues desatar las iras de las tropas cristianas, causando bajas.

Por otro lado, las posiciones de Zayd y Zayyan eran muy inestables y no se adivinaba un porvenir claro para el liderazgo de ninguno de ellos en las filas musulmanas.

Finalmente, había un motivo más importante. La sierra de Espadán era un refugio seguro y cabía la posibilidad de que el rey don Jaime valorara la dificultad de un asedio prolongado que le complicara la conquista de la ciudad de Valencia, y por lo tanto, si se tomaba la iniciativa, todavía era posible plantear una negociación ventajosa y que esta se aceptara. No se podía dejar pasar más tiempo.

Después de tomado el castillo de Almenara era el momento de hablar con don Jaime, si éste se avenía.

Así fue, todavía no había llegado la Pascua de 1238, cuando estando el rey en Almenara recibe un mensaje conjunto de los moros de Uxó, de Castro y de Nules. El mensaje era claro: querían rendirle sus castillos. Para el rey esto eran buenas noticias. A pesar de ello, toma ciertas precauciones. Prefiere tratar con ellos de uno en uno, así que les da día y hora por separado, para hacer los tratos.

A los de Uxó los cita en una torre forzada que dividía los términos de Uxo y Almenara y desde la cual cada bando podía tener a sus espaldas su castillo. Para dar legitimidad a los tratos se exige la presencia de diez ancianos respetados. Las tropas del rey aportan como adelanto comida y vestidos. A los de Uxó les preparan cinco carneros y veinte gallinas.


Viendo los que habían venido, y nueve o diez que eran ellos, se apartan dos carneros y cinco gallinas, para comerlos allí mismo, en la torre. Las negociaciones no empiezan hasta que los moros están hartos de pan, vino y carne asada.

En la sobremesa se tratan las condiciones de la rendición. Una vez que esta todo claro, esto es, una vez que se decide que quedarán más o menos como estaban bajo el rey moro, hacen efectiva la toma del castillo.

Cuando bajan la colina en la que está la torre, ya les esperan dos centenares de sarracenos que les reciben con algarabía. El rey y don Ladrón, que le acompaña como hombre de confianza, se quedan con ellos y mandan a ocho caballeros para que suban hasta el castillo. Cinco años antes quizás don Jaime hubiera subido el primero, ahora se había vuelto más desconfiado y más prudente.



El asunto queda resuelto esa misma tarde. El pendón del rey ondea sobre las murallas. Sólo entonces él rey sube también hasta el castillo y queda concluida la toma de posesión.

-----------------------------------------------------------


La visión desde el castillo le permite contemplar las cosas con otra perspectiva. No sólo del espacio sino también del tiempo. El castillo está en el límite de lo que él tenía por antigua diócesis visigoda de Tortosa. Ese era sin duda uno de los objetivos principales de la conquista: recuperar ese territorio para la cristiandad a través de la pertenencia a la corona de Aragón. 

¿Pero cómo era ese territorio realmente?¿Cuando se perdió exactamente? ¿Qué había antes?

Don Jaime tenía una idea vaga de la llegada y permanencia de los musulmanes en Hispania, pero todavía más vaga del reino visigodo, a pesar del relato de san Isidoro, y a penas unos trazos del imperio Romano, que procedía más de los que de la idea que uno se podía hacer oyendo los evangelios que de lecturas para él inaccesibles de los autores antiguos, escritas casi siempre en griego o en latín. (Aunque curiosamente la primera traducción de Livio a lenguas hispanas es catalana, probablemente de Guillén de Copóns, hecha ya a finales del siglo XIV. La primera traducción la castellano, de López de Ayala, es de 1497).

Para nosotros todo es muy distinto. Tenemos al alcance mucha más información que don Jaime.


-----------------------------------------------------------



Capítulo segundo


Tercer milenio a. de C. Europa Occidental




A finales del tercer milenio, como pronto, o a  principios del segundo milenio a. de C., como tarde,  empieza a haber cierta actividad metalúrgica en el este de la península ibérica. Esta actividad surge dentro del contexto de un forma de vida que los arqueólogos identifican como cultura del vaso campaniforme, una cerámica de lujo, que junto con las armas de cobre, los brazales de arquero, las joyas de oro (muy raramente en plata) y los botones con perforación “en v”, forman parte de un paquete de objetos de prestigio difundido por procedimientos comerciales. 

Lo relevante es que este tipo de cerámica quedó restringido al uso de una élite, y esa es la clave, la existencia en ese tiempo, la segunda parte del tercer milenio, de un élite ávida de bienes de prestigio, entre los que se encontraba el vaso campaniforme, representativo de una moda, una vajilla de lujo usada por las élites europeas en ceremonias sociales asociadas a la bebida, empleada también en pactos políticos, transmisión de conocimientos y alianzas matrimoniales; que sirvió para beber cerveza o hidromiel. Pero también fue usado en algunos casos como un recipiente de reducción para fundir minerales de cobre. Todo ello representativo de una forma de vida extendida por buena parte del sur y el oeste de Europa.

La actividad metalúrgica se va generalizando en el este de la península ibérica en la primera mitad del segundo milenio, llegando a las comunidades locales más o menos pronto dependiendo de su proximidad a los centros de aprovisionamiento. La base de la fabricación de bronce es el cobre y éste es el que ya estaba presente en la cultura campaniforme. la pericia metalúrgica que se difunde ahora es la del aprovechamiento de otros metales. 

A la vez que se aprenden la técnicas metalúrgicas, tiene mayor importancia localizar minas que proporcionen también localmente los minerales necesarios. De todas las aleaciones del cobre con otros metales la que va a resultar más útil es la del estaño, para dar bronce, la aleación que va a dar nombre a toda la Edad.





















Capítulo final


Las condiciones de la rendición de los de Uxó establecen que los moros conservarán sus derechos para elegir a sus propios jefes en el valle: el cadí y el alamí. Conservan también sus facultades para aplicar a las mezquitas las rentas que estas tenían. A cambio los impuestos que pagaban al rey moro tenían que pagarlos ahora al rey de Aragón y quedaba también la obligación de defender el castillo para el rey.


Al día siguiente, los cristianos cumplen la parte del trato que era de inmediata aplicación. Desde Burriana traen mil seiscientas ovejas, sesenta vacas, tres rocines y vestidos para treinta personas. 



El rey, viendo la situación ya segura, pocos días después hace venir a la reina desde Burriana. Quiere que vea con sus propios ojos los nuevos castillos conquistados. Después comen juntos en Almenara.



Desde el castillo de Almenara, el rey tiene una visión clara del castillo de Sagunto y medita sobre la conquista de Valencia que tiene ya preparada.

La toma de Almenara, que había roto la continuidad del sistema de inteligencia musulmán, supone una señal para el rey de que esta expedición será la definitiva.

Pocos días después de que don Jaime consiga el control de los castillos que están en el entorno de Burriana, y tenga con ello relativamente asegurada la retaguardia, decide emprender la toma de Valencia.

El 22 de abril de 1238, el ejército cristiano se asienta en los alrededores de la ciudad de valencia. Don Jaime dispone un cuartel general en Ruzafa y se inicia el asedio a la ciudad.

Durante este mes de abril, las fuerzas atacantes son todavía escasas. Quizá unos trescientos hombres a caballo y unos mil a pie. Sin embargo, ahora que la empresa ya se ve como algo grande, van llegando apoyos de toda la geografía feudal cristiana.

Llegan aragoneses, catalanes y navarros; pero también italianos, ingleses, alemanes; e incluso húngaros. Todos ellos atraídos por los privilegios de cruzada y las expectativas de botín.

La ciudad de Valencia, por el contrario, no recibe la ayuda que se espera del Sultán de Túnez.


La capitulación se produce finalmente el 28 de septiembre de 1238.

Los nobles y barones asaltantes ven defraudadas no obstante sus grandes expectativas. Hubieran preferido ganar la plaza por asalto lo que hubiera dejado el camino abierto al saqueo y al botín.

La ciudad tenía en los años previos a la conquista quince mil habitantes, pero había allí ahora refugiadas al menos cincuenta mil personas, lo que da idea del hacinamiento y explica la pronta capitulación.


Desde la batalla del Puig el quince de agosto del año anterior toda la huerta valenciana se había ido concentrando en la ciudad como único lugar que se creía seguro.

El rey entra en Valencia el nueve de octubre de 1238. La noticia recorre la cristiandad. Todo los que habían estado en el asedio cuentan lo sucedido cuando vuelven a sus lugares de origen y la toma de Valencia es durante mucho tiempo motivo de conversación en toda Europa.






RELATO 2

            
El valle del oso


Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

RELATO 3

El Imperio se descompone


Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3










         RELATO 4

Ataque por el sur


Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3.





      RELATO 5



La taifa valenciana


No hay comentarios:

Publicar un comentario