lunes, 21 de mayo de 2018

Del bronce al hierro en el territorio de los ilergavones.

En la Ribera de Cabanes, en Torreblanca y en  Oropesa, se conoce la existencia de asentamientos en la Edad del Bronce.  

Se trata en general de asentamientos dispuestos en altura, en la sierra litoral, con muy buena visibilidad sobre la plana costera y sobre el mar. En algunos de ellos es reconocible una muralla que los rodea con torres o estructuras sólidas intercaladas.

Uno de estos asentamientos, quizás el más interesante, se halla ubicado en el promontorio de Mortorum.

En el bronce final, quizás alrededor del 1200 a. de C., y después de un incendio, algo no infrecuente en estos asentamientos, se aprovechan las estructuras ya existentes y se reorganiza el espacio. La muralla perimetral es potente y contra ella se disponen muros más irregulares con zócalos de piedra, formando espacios de habitación, diferenciados del espacio reservado para los desperdicios.

Retos de cerámica y de metales podría indicar que hacia el final del bronce estos asentamientos próximos al litoral van incrementando sus relaciones con el interior a diferencia de etapas inmediatamente anteriores, en las que la relaciones parecen ser tenidas con el noreste.

En cuanto al modo de vida parece que la caza del ciervo es  un elemento importante de la dieta.

Del ganado ovino, caprino, de terneras e incluso caballos; se aprovecha todo lo posible.

Entre el 1200 y e 1100 a. de C., se reutiliza un túmulo funerario ya existente, el elemento arqueológicamente más llamativo del Mortorum (y que revela una tradición respecto de los enterramientos bien asentada en la zona).

Los restos enterrados en el túmulo indican vidas cortas y estresadas (bruxismo).

Es el caso que el asentamiento se abandona hacia el 1100 a.de C., y no se vuelve a ocupar hasta quizás el 700 a.de C. Es algo que sucede de forma general en este área pero que no es general a una decena de kilómetros al sur (castellet de Castelló), ni un decena de kilómetros al norte (sierra de Irta).

La reocupación del asentamiento coincide con un momento importante: la llegada de navegantes fenicios a estas costas. El tamaño de asentamiento será ahora un poco inferior a los 1000 metros cuadrados y se aprecia en la construcción la influencia fenicia. Muy interesante es las distinción observable entre espacios de habitación y lo que parecen talleres o espacios de trabajo. Espacios de trabajo compatibles con el uso para la manufactura de metales (que parecen importados de lugares como Gador, en Almeria. 

En cualquier caso, la reocupación del Mortorum revitaliza toda la zona.

Un elemento clave en este esquema es la importación de materia prima para la producción de las manufacturas de metal. 

Esta atestiguada la existencia de un fondeadero en Torre la Sal, ubicado en la fachada marítima del Mortorum. Pero no es descartable en absoluto la existencia de un puerto lagunar abrigado, construido abriendo un canal en las calcoarenitas de la duna fósil.

Sea como fuere, con puerto lagunar o fondeadero en mar abierto, el punto se convierte en intercambiador comercial, con productos de entrada y productos de salida como los salazones (se ha encontrado un ánfora de más o menos el 600 a. de C., intacta, con salazones de cordero y/o cabra). 

Hacia el 500 a. de C., finalmente, parece que el asentamiento en alto del tossal deja de ser funcional, y la población se establece con más rotundidad en el llano litoral. 

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 La información arqueológica positiva:

TOSSAL DEL MORTÒRUM UN ASSENTAMENT DE L’EDAT DEL BRONZE I DEL FERRO ANTIC A LA RIBERA DE CABANES (CASTELLÓ)

 GUSTAU AGUILELLA ARZO (coord.)

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  • January 2005
  • DOI: 
  • 10.13140/RG.2.1.4346.0569
  • In book: Geomorfologia litoral i Quaternari. Homenatge al professor Vicenç M. Rosselló i Verger
  • Publisher: Universitat de València
  • Editors: Eulàlia Sanjaume y Joan F. Mateu
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miércoles, 16 de mayo de 2018

Onusa y el comercio de los focenses en Iberia.

La colonización focense, con metrópoli en Focea, no siguió el patrón de una colonización masiva a la manera de la que se hizo en Sicilia y la Magna Grecia, que desplaza una parte importante de la población de una polis griega para fundar una nueva. 

Resultado de imagen de focenseEs casi seguro que en época arcaica (anterior al siglo V a.C.) los griegos regresaban costeando la península, como ocurriría en épocas posteriores. 

Heródoto ya había manifestado con claridad la ruta seguida por los focenses, quienes fueron "los primeros en llegar al Adriático, Tirrenia, Iberia y Tartessos".

La sal fue uno de los productos objeto de comercio por los focenses en la zona entre las desembocadura de los ríos Júcar y Segura, de tal modo pudo ser también así en el litoral de los ilercavones, la  actual zona litoral castellonense, más próxima a las bases focenses de Massalia y Ampurias. 

La sal resultaba necesaria para la ganadería, que era un medio de vida fundamental de sus habitantes. Era esencial producirla y era posible comerciar con los excedentes. Después los indígenas se interesaron por el vino, primero de llegada, y una vez introducidos en la agricultura se  ocuparon especialmente por aclimatar cepas viníferas. Hay dudas sobre si fueron precisamente los focenses o los fenicios los que trajeron el cultivo de la vid. Aunque la cultura del vino sí parece una aportación griega. 


Los focenses pudieron tener por lo tanto en este litoral fondeaderos y escalas, en los que se pudieron  habilitar emporios: puntos de intercambio comercial. 


La "temporada comercial" en los emporios era reducida: los cincuenta primeros días después del solsticio de verano según relata Hesíodo. Aunque no fuese exactamente ésta, existiría una época determinada de comercio, entre otras razones porque conviene al mundo ibérico. La estación de primavera se reserva para  la siega, trilla y conservación del grano y la de otoño por ser la época reservada a la vendimia, preparación del vino, provisión de leña,, arado y siembra. 

La aclimatación de la vid en el solar hispano no significó necesariamente que de inmediato cesasen las importaciones de vino griego, pues tanto su calidad como la ceremonia del symposion (banquete) debían haber calado profundamente en la sociedad ibérica. 

Muy posiblemente, desde el tiempo de los campos de urnas  (cultura extendida por buena parte de Europa desde el XII a. de C. hasta quizás el 600 a. de C.), instalados en la península potenciarían patrones de asentamiento costero bien comunicados con el interior para poder controlar este comercio: las makrai nautilíai arcaicas que Heródoto asigna precisamente a fenicios y focenses. 

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Pues bien, Esta denominación de puerto de intercambio comercial parece convenir bien a Onussa (citada por Livio y que la convincente argumentación de Pérez Vilatela hace derivar del griego onos, término relacionado con mercado).   

Los focenses, al transitar por el litoral ibérico en la época arcaica en forma de navegación de costeo, sin perder de vista el litoral, tenían ciertas preferencias a la hora de recalar estableciendo relaciones de cuya formalidad formaba parte  el banquete con vino. 

Posiblemente pueda ser aplicada a Onussa la noción de "puerto de comercio", que en las sociedades antiguas servía para resolver las contradicciones entre la reciprocidad interna de los intercambios locales y el comercio exterior, mediante la separación estricta entre las localizaciones físicas de ambos, aldea y mercado, en donde se aplican diferentes comportamientos. 

(Para Benet este mercado es un "lugar externo para intercambio entre individuos que se despojan de su personalidad corporativa de la que forman parte en su municipio y aldea"). 

El "puerto de comercio" ofrece seguridad frente al poder político en cuya zona geográfica se radica; protección, hospitium, hermanamiento u otra forma de garantía jurídica al comerciante extranjero ante unas leyes y costumbres que no son las suyas; facilidades para el anclaje, carga y descarga; posibilidad de beneficio; autoridades judiciales, acuerdo en las mercaderías objeto de comercio.

Este comercio se basaba en la existencia de un tratado y estaba regulado legalmente por organismos correspondientes, los precios eran regulados laxamente. Para el solar del puerto de comercio se buscaban lugares políticamente débiles en los pequeños reinos de la costa. A los imperios más poderosos del retropáis, éste les servía como cesta de la compra, de los productos que no podían obtenerse en su esfera de dominio: así que tenían una razón para no incorporarlos, pero si a los poderosos estados del interior se les ocurría poner las manos sobre el "puerto de comercio", los mercaderes y sus anfitriones (evadidos y desarraigados a veces de esos poderes del interior), dejaban de comerciar. 

Supongamos (dice Pérez Vilatela) que Onussa fue ciertamente un "puerto de comercio" ¿qué poder político indígena queda inmediatamente al interior?

Onussa como "puerto de comercio" era un establecimiento, no sólo dedicado a abastecer a los ilercavones, sino orientado claramente al interior, como punto de abastecimiento de los príncipes celtibéricos, pero ¿dónde estaba exactamente?

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ONUS(S)A: TOPONIMIA Y COMERCIO ANTIGUOS EN EL LITORAL DEL MAESTRAZGO

Luciano Pérez Vítatela. POLIS, Revista de ideas y formas políticas de la Antigüedad Clásica 6, 1994, pp. 269-306.

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