lunes, 7 de julio de 2014

la taifa valenciana (I). Desmembramiento del califato

las taifas en en el año 1031
La consistencia del estado islámico  en la península era más aparente que real. Tenía un punto débil en la lucha por el poder entre  las distintas familias y clanes que se consideran legitimadas para ostentarlo.

Los efectos de la desunión no fueron sin embargo inminentes. El nuevo Estado tenía al principio la fuerza de las instituciones emergentes. 

Tienen que pasar bastantes años para que la inercia inicial de un poder constituyente se pierda. Cuando esto se produce,  eso si, las consecuencias son desgarradoras y los territorios dominados por los árabes en la península se dividen en numerosas taifas que van cambiando de fronteras a la par que cambian  las relaciones de fuerzas de los clanes que las dominan.

El primer desmembramiento grave del al-Andalus se produce con la caída del califato de Córdoba en  el año 1031. 

La nueva situación no es en absoluto desfavorable para Valencia. Durante el califato se había desplazado el principal centro de poder desde Toledo hasta Córdoba  y Sevilla. Siempre muy lejos de la costa mediterránea. Con la independencia de la taifa, se configura un territorio que funciona de forma autónoma y que mejora los sistemas de riego, aumenta los cultivos y sobre todo establece  una relación  comercial con los reinos cristianos del norte. Mientras que dentro del califato el comercio se debía a sus compromisos hacia el resto del territorio musulmán, ahora Balansiya se siente libre para establecer sus propias conexiones, que le resultan por cierto más ventajosas, con los reinos cristianos.

Este estado de cosas tiene no obstante un punto débil. La taifa no puede reunir por sí sola efectivos suficientes para disuadir a un posible agresor exterior.

Este no es un problema que afecta solamente a la taifa valenciana. Es un problema general que se hace evidente para todos  los territorios musulmanes cuando los cristianos conquistan Toledo en el año 1085.

Así las cosas, algunos gobernadores musulmanes no ven más salida que recurrir a la ayuda de los almorávides del norte de África.

Los gobernadores musulmanes de la taifa valenciana tienen ahora que tomar la decisión más conveniente, después de valorar cuál de todas las amenazas que les acechan, es la menos grave.

Por un lado, los almorávides pueden  liberarlos de ser  conquistados  sin más por un reino cristiano. Por otro, los almorávides pueden tener la intención de restaurar el emirato o el califato en todo su poder y repetirse la situación de preponderancia de las ciudades elegidas como sedes.

En el bando cristiano también hacen sus propios cálculos. Fernando I de Castilla había atacado Valencia, sin éxito, en el año 1065. Después de esto la taifa de Toledo absorbe a la taifa valenciana.

No había cosa que los castellanos considerasen más opuesta a sus intereses que la unión de Toledo y Valencia, por lo que se habían decidido a apoyar la independencia de la taifa valenciana. De hecho, Alfonso VI, después de conquistar Toledo, sigue apoyando la taifa de  Valencia intentado dividir los intereses de ambas e impedir  de ese modo que desde Valencia se acuda en ayuda de  Toledo. Es más, para quedarse definitivamente con Toledo dan el gobierno de Valencia al antiguo rey de Toledo que mantienen así desactivado para acometer la recuperación de esta ciudad.

Para Valencia pues, mantener su posición de independencia pasa más por seguir los pactos con los cristianos antes que confiar en una victoria almorávide de consecuencias inciertas.

Pero la partida se jugaba a muchas más bandas. Los castellanos no eran los únicos cristianos que estaban ganando territorio hacia el sur.


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