viernes, 16 de mayo de 2014

Hubo un tiempo...

- Tú, que has leído mucho, no me podías contar a mí, que soy viejo pero no he perdido la curiosidad, algunas historias sobre este valle en el que he vivido desde que nací.

- Lo normal es que sean los viejos los que cuenten historias a los jóvenes, pero es verdad que esas historias son sobre cosas que les pasaron en su vida, y tú, lo que me imagino que quieres, es que te cuente cosas más antiguas.

- Eso es, quiero que me cuentes cosas muy antiguas.

- Esta bien, empezaré por el principio.


Hubo un tiempo en el que las sociedades humanas se volvieron más jerarquizadas. Un tiempo del que provienen las diferencias entre unos y otros. No las pequeñas diferencias, sino las grandes.

Aquello sucedió en algunos lugares de los territorios que se sitúan en el entronque entre África,  Europa y Asia, el Creciente Fértil, durante los milenios cuarto y tercero antes de Cristo.

EL CRECIENTE FÉRTIL
En las cuencas de los ríos  Nilo,  Eufrates y Tigris, algunos grandes hombres organizaron obras gigantescas con el fin de de controlar las crecidas  y aumentar con ello la cantidad de alimentos disponibles.

Aquellos que organizaron estas obras fueron acumulando poder e influencia, al mismo tiempo que se iba generando  el  poder mismo. Con el tiempo, y tras no muchas generaciones, el poder quedó completamente establecido en pocas manos y sobre mucha gente. Se habían creado con  ello los imperios agrarios de primera generación. 

- Si algún día te apetece puedes leer un relato más largo sobre este tema.

Como resultado de esta organización se logró producir mucho más de lo necesario para sobrevivir. Con los excedentes se inició un comercio, a distancias cada vez mayores, tanto  por tierra como  por mar. Estos excedentes permitieron también que algunos hicieran de la guerra su principal ocupación, liberados de su estricto afán por la supervivencia.

Pueblos enteros fueron especializándose en una u otra de estas cosas, o en ambas: el comercio y la guerra. Micenas muy pronto, y más tarde Cartago y  Roma, tuvieron en el control de estas habilidades su capacidad de dominio.

Fuera de la cuenca del Mediterráneo, fuera de la influencia del mar, el poder siguió no obstante muy concentrado hasta tiempos más recientes, coexistiendo los imperios de primera y segunda generación.

- Me parece que no quería yo historias tan antiguas. Cuéntame cosas de moros y cristianos.

- Vale, entonces arrancaremos de menos atrás.

Ya en el siglo VII d. C.,  desde Arabia, tribus especializadas en el comercio terrestre ocuparon  los espacios del antiguo Imperio Persa. Desde Arabia y desde Mesopotamia se extendieron por la cuenca sur del mediterráneo y penetraron  a principios del siglo VIII en la península ibérica.  

En el siglo XIII, después de la batalla de las Navas de Tolosa, parece que se las cosas están preparadas para ganar terreno... 

- Con eso llegamos a cuando Jaime I conquistó Valencia, y le rindieron los castillos de este valle. 


                                                              COMENZAR CON EL PRIMER RELATO

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