Cuando una situación de guerra se prolonga
durante mucho tiempo, en los territorios de frontera es muy difícil llevar una
vida normal dedicada a la agricultura o a la ganadería. Fuera del refugio de
las ciudades se está siempre en peligro de que las incursiones enemigas se
lleven el trabajo de meses en un solo día, o peor aún, que se lleven rehenes o
que se produzcan bajas.
Esto es lo que sucedió durante mucho tiempo
en las zonas de frontera entre sarracenos y cristianos en el noreste de la
península ibérica.
En estas circunstancias, las gentes más rudas
fueron dedicándose cada vez más al saqueo del otro lado de la frontera. Una
vida relativamente más fácil que la de cultivar o cuidar ganado, puesto que en pocos
días se conseguía un botín que podía durar meses.
A medida que la frontera fue bajando, se
fueron incorporando a este modo de vida más y más serranos de las montañas de Aragón
y Cataluña, y acabaron teniendo un nombre: los almogávares.

En tiempos de la conquista de Valencia ya se
pudo formar con ellos una compañía especialmente belicosa.
Incluso antes ya se tenía un imagen bastante
definida sobre ellos.
Estas gentes que se llaman Almogávares no
viven más que para el oficio de las armas. No viven ni en las ciudades ni en las
villas, sino en las montañas y los bosques, y guerrean todos los días contra
los sarracenos: y penetran en tierra de sarracenos una jornada o dos, saqueando
y tomando sarracenos cautivos; y de eso viven. Y soportan condiciones de
existencia muy duras, que otros no podrían soportar.
Que bien pasarán dos días sin comer si es
necesario, comerán hierbas de los campos sin problema. Y los adalides que los
guían conocen el país y los caminos. Y no llevan más que una gonela o una
camisa, sea verano o invierno, y en las piernas llevan unas calzas de cuero y
en los pies unas abarcas de cuero. Y traen buen cuchillo y buena correa y un
eslabónen el cinto. Y trae cada
uno una buena lanza y dos dardos, así como una panetera de cuero a la espalda,
donde portan sus viandas. Y son muy fuertes y muy rápidos, para huir y para
perseguir; y son catalanes y aragoneses y sarracenos.
Su dedicación exclusiva a la guerra como
forma de vida les hizo temibles en la lucha tanto por tierra como por mar.
Fueron ellos los que formaron las
tripulaciones de las galeras que lucharon contra los franceses en las costas
catalanas, y fueron ellos los que aniquilaron el ejército francés cuando este
se retiraba cruzando los Pirineos mandados por Roger de Lauria.
Por eso cuando el conflicto en la casa de
Aragón y la casa de Anjou a cuenta de
Sicilia se da por terminado, los almogávares se encuentran desubicados y sin
una misión que cumplir. Tienen que recurrir a nuevas aventuras más hacia
Oriente, pero eso está ya detrás de nuestro horizonte.
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