En la Ribera de Cabanes, en Torreblanca y en Oropesa, se conoce la existencia de asentamientos en la Edad del Bronce.
Se trata en general de asentamientos dispuestos en altura, en la sierra litoral, con muy buena visibilidad sobre la plana costera y sobre el mar. En algunos de ellos es reconocible una muralla que los rodea con torres o estructuras sólidas intercaladas.
Uno de estos asentamientos, quizás el más interesante, se halla ubicado en el promontorio de Mortorum.
En el bronce final, quizás alrededor del 1200 a. de C., y después de un incendio, algo no infrecuente en estos asentamientos, se aprovechan las estructuras ya existentes y se reorganiza el espacio. La muralla perimetral es potente y contra ella se disponen muros más irregulares con zócalos de piedra, formando espacios de habitación, diferenciados del espacio reservado para los desperdicios.
Retos de cerámica y de metales podría indicar que hacia el final del bronce estos asentamientos próximos al litoral van incrementando sus relaciones con el interior a diferencia de etapas inmediatamente anteriores, en las que la relaciones parecen ser tenidas con el noreste.
En cuanto al modo de vida parece que la caza del ciervo es un elemento importante de la dieta.
Del ganado ovino, caprino, de terneras e incluso caballos; se aprovecha todo lo posible.
Entre el 1200 y e 1100 a. de C., se reutiliza un túmulo funerario ya existente, el elemento arqueológicamente más llamativo del Mortorum (y que revela una tradición respecto de los enterramientos bien asentada en la zona).
Los restos enterrados en el túmulo indican vidas cortas y estresadas (bruxismo).
Es el caso que el asentamiento se abandona hacia el 1100 a.de C., y no se vuelve a ocupar hasta quizás el 700 a.de C. Es algo que sucede de forma general en este área pero que no es general a una decena de kilómetros al sur (castellet de Castelló), ni un decena de kilómetros al norte (sierra de Irta).
La reocupación del asentamiento coincide con un momento importante: la llegada de navegantes fenicios a estas costas. El tamaño de asentamiento será ahora un poco inferior a los 1000 metros cuadrados y se aprecia en la construcción la influencia fenicia. Muy interesante es las distinción observable entre espacios de habitación y lo que parecen talleres o espacios de trabajo. Espacios de trabajo compatibles con el uso para la manufactura de metales (que parecen importados de lugares como Gador, en Almeria.
En cualquier caso, la reocupación del Mortorum revitaliza toda la zona.
Un elemento clave en este esquema es la importación de materia prima para la producción de las manufacturas de metal.
Esta atestiguada la existencia de un fondeadero en Torre la Sal, ubicado en la fachada marítima del Mortorum. Pero no es descartable en absoluto la existencia de un puerto lagunar abrigado, construido abriendo un canal en las calcoarenitas de la duna fósil.
Sea como fuere, con puerto lagunar o fondeadero en mar abierto, el punto se convierte en intercambiador comercial, con productos de entrada y productos de salida como los salazones (se ha encontrado un ánfora de más o menos el 600 a. de C., intacta, con salazones de cordero y/o cabra).
Hacia el 500 a. de C., finalmente, parece que el asentamiento en alto del tossal deja de ser funcional, y la población se establece con más rotundidad en el llano litoral.
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La información arqueológica positiva:
TOSSAL DEL MORTÒRUM
UN ASSENTAMENT DE L’EDAT DEL BRONZE I DEL
FERRO ANTIC A LA RIBERA DE CABANES
(CASTELLÓ)
GUSTAU AGUILELLA ARZO (coord.)
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