La Font Calda
La primera referencia escrita a una fuente de agua caliente en la Villavieja de Nules aparece en un documento de 1527. Pocos años más tarde, en 1538, la menciona el cronista Beuter, y en 1610 aparece citada por Escolano.
La
primera noticia acerca de restos de unas posibles termas romanas
fue hecha por Lemos más tarde, en 1788. Se refiere a la existencia de unos baños romanos que aprovechaban las aguas de esta fuente, indicando que los más viejos del lugar recordaban la existencia de sus restos (que por su pequeñez llamaron las casetas), en el campo situado «a la izquierda saliendo por la Calle de San Vicente para el Lavadero». Todo ello ya no era visible entonces.
Ya en el siglo XX, Esteve dice que en los años 1920s, a poca distancia
de la fuente termal, se veían aún los baños de los moros, consistentes en unos muros con
restos de bóveda por uno de sus lados. Más interesante es que menciona también una balsa de planta redonda, situada más abajo del castillo, de dura mampostería de piedras
unidas con mortero, que recibía el agua de una fuente actualmente perdida.
Esta balsa es compatible con una piscina limaria (de decantación de limos), antes de llegar a las termas situadas más abajo. Sería similar a la hallada en Mas d’en Gras (Vila-seca), cerca de
Tarragona.
Un dato interesante es el que apuntan Felip y Vicent, que hacen referencia a la evidencia del paso
de una vía romana junto a la fuente.
Interesante también es que en un radio inferior a los 150 m desde la fuente se han hallado un as de Claudio
I y un sestercio de Trajano, así como monedas de «Máximo Pío Augusto (¿?)».
En 1987, se hallaron fragmentos de tégulas, ánforas, dolia, cerámica común y
una base de sigillata hispánica con la marca Acouanus.
Esteve hace referencia al hallazgo de un «gran bronce» de Nerón y otro de Trajano, hallado en la salida de la población
hacia Nules (un dato este último sin duda interesante).
¿En qué época pudieron estar funcionando las baños?
Los materiales encontrados, aunque escasos, permiten documentar una ocupación
fechada en los siglos I y II. La referencia a Magno Máximo indicaría una ocupación en época posterior tardorromana.
Lo que se puede afirmar es que las cerámicas romanas y las monedas de Claudio y Trajano, así como el pavimento
de mortero, y las referencias a otros restos arquitectónicos,
prueban la existencia de un establecimiento de época romana imperial en el casco
urbano de la Vilavella de Nules. Aunque no queda claro, en principio, si tuvo un carácter privado o público.
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El santuario (Santa Bárbara)
¿Dónde está?
A 500 metros al este de la Font Calda. En el cuello de un espolón donde anteriormente había habido un poblado
fortificado de la Edad del Bronce.
El yacimiento fue descubierto por F. Esteve en 1924. En visitas
posteriores, recogió un altarcito, una inscripción, fragmentos
escultóricos de mármol (que representan un pie humano y un conejo o una liebre),
una terracota representando una cabeza humana femenina y una figura pequeña que parece una antefixa.
La zona sufrió intensos bombardeos en 1938, durante la guerra civil por lo que después de ella los indicios han quedado mucho menos claros.
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La zona sufrió intensos bombardeos en 1938, durante la guerra civil por lo que después de ella los indicios han quedado mucho menos claros.
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Moneo, en un estudio sobre santuarios ibéricos realizado en 2003, se ocupa del de Santa
Bàrbara, señalando su origen indígena, con una fecha que sitúa hacia los siglos II y I a. de J. C. Este primitivo santuario, al aire libre, tendría una plataforma adosada
a la pared natural, que debió cumplir funciones de sancta sanctorum. Sugiere asimismo que el santuario pudo tener una función de
control territorial (no se trata ni de un santuario urbano ni periurbano).
La construcción con muros de piedra sin mortero debió ser muy sencilla, con un área abierta delante, pudiendo ser estas estructuras posteriores a las de un santuario más antiguo, puesto que estas se corresponden con un santuario romano, con una serie de ofrendas que debieron depositarse junto a una edícula (un templete que puede servir como tabernáculo o relicario). La presencia de grandes amontonamientos de piedra podrían haber alterado (u ocultado) la existencia de algún edificio desaparecido anterior (ibérico). Incluso los restos de un posible templo podrían estar en algún otro lugar adyacente, o haber desaparecido por la reutilización del material.
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Inscripciones, cerámica, monedas y huesos.
En cualquier caso, la Muntanya de Santa Bàrbara constituye el segundo conjunto epigráfico de la Plana por importancia numérica (15 inscripciones), después del de Els Estanys.
Las inscripciones forman parte de exvotos, apareciendo las fórmulas ex voto, votum solvit y votum solvit liberns animo. Tres de ellas contienen quizás una dedicación a Apolo; en una de éstas se conserva un nombre, Rodope, que puede identificarse con el nombre de la dedicante.
Las otras inscripciones no conservan el nombre de la divinidad, pero sí el de los dedicantes: en un caso es Baebius ---[G]raphicus, en otro Coelia Rhodine.
Posiblemente la mayoría de los dedicantes debían ser libertos, como se desprende de sus nombres griegos. A unos 100 metros del santuario apareció otra inscripción, el nombre de la dedicante, inseguro, parece leerse Marciana, y se aprecia el texto [..]arracone, cosa que permite suponer que se trata de una tarraconense.
Teniendo en cuenta que la inscripción no se halló directamente en el santuario es posible que quepa relacionarlo más directamente no con el santuario sino con la Font Calda, es decir, el balneario.
Por otro lado, se han recogido 78 fragmentos escultóricos de mármol blanco, de los cuales 50 son amorfos, y el resto está muy erosionado; de todos modos, se han identificado representaciones de figuras humanas (un fragmento de pie con cáliga de tamaño próximo al natural, un fragmento de mano) y de animales (la parte anterior de la efigie de un conejo o una liebre, y un cuello y parte de la cabeza de un caballito).
Los restos permiten identificar un mínimo de 8 figuras diferentes, de las cuales 3 son humanas (un guerrero, otra figura posiblemente también armada y otra de características indeterminadas, pero que, por la posible presencia de un tirso, podría ser una representación de Baco) y 5 animales (un conejo o una liebre, un caballito y posiblemente dos más, así como un posible león, identificado por una parte de su melena).
También se hallaron dos entalles, uno de jaspe con la representación de Mars Ultor, que data del siglo II, y otro de cornalina con la representación de Apolo Citaredo, que puede ser del siglo I.
Los materiales cerámicos son abundantes, habiéndose hallado cerámica ibérica (vasitos para libaciones rituales), así como cerámicas romanas diversas.
De época tardoantigua son algunos fragmentos informes de sigillata lucente y sigillata africana D.
Asimismo, se han hallado fragmentos de ánforas, así como abundantes fragmentos de vidrio, una cabeza de aguja y un pequeño dado de hueso, numerosos clavos de hierro, parte de una aguja y otros objetos de bronce, una aguja de plata y un broche de oro de doble gancho.
Existe también un importante conjunto de monedas (86), formado por un shekel hispano-cartaginés, un victoriato y un sextante de la ceca de Roma, tres quadrantes de Arse, y monedas de Claudio, Nerón, Tito, Domiciano, Nerva, Trajano (9), Adriano (19), Antonino Pío, Faustina, Marco Aurelio, Alejandro Severo, Galieno, Claudio II, Quintilo, Aureliano, Tétrico, Severina, Probo, Diocleciano, Maximiano, Constancio Cloro, Constantino I, Constantino II, Delmacio, Constancio II, Valentiniano II, Magno Máximo y Teodosio (todo un repertorio que podría abarcar desde principios del siglo II a. de C. hasta el finales del siglo IV, con un punto alto de frecuentación en el siglo II).
Se halló también un considerable conjunto de huesos que probablemente correspondían a ofrendas, muchos de ellos ennegrecidos por el fuego, lo que permite suponer que después del sacrificio las ofrendas eran ingeridas (cerdos, ovejas, cabras, gallos y conejos; en menor proporción aparecen también pájaros: perdices, garzas, tordos, pinzones, etc).
Las inscripciones tienen distintas fechas: tres de ellas (una de las cuales es la de [..]arracone, que se halló fuera del santuario) a inicios del siglo i, cuatro a finales del mismo siglo o inicios del ii, tres en el siglo ii, cuatro en los siglos i-ii y otra es de cronología indeterminada; proporcionan una datación para el santuario (por vía epigráfica) comprendida entre los siglos I y II de nuestra Era, con una aparente mayor concentración en la segunda centuria, lo cual es coherente con las monedas encontradas.
Los abundantes materiales cerámicos encontrados muestran una mayor concentración entre inicios del siglo i y el ii, con una ocupación poco importante numéricamente de los siglos IV y V.
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Los hallazgos son suficientes para determinar que el yacimiento corresponde a un santuario ubicado en altura, de factura muy simple, debido a que los escasos restos arquitectónicos documentados al consistir en muros hechos con piedras unidas sin mortero y ante la ausencia de pavimentos. Sin embargo, al no haberse podido demostrar la relación entre estos muros y el santuario, es posible la existencia de un edificio no localizado, bien por no haberse excavado sus restos, bien por haber desaparecido al reutilizar el material.
No se sabe si el santuario estaba dedicado a una divinidad típicamente romana o se trata de la asimilación de un numen ibérico a una divinidad romana, tal vez Apolo.
La presencia de vasitos ibéricos aparentemente relacionados con libaciones permite suponer que el santuario pudiese tener un origen prerromano, o de época iberorromana, lo que refuerza la posibilidad de que la divinidad o las divinidades veneradas fuesen indígenas. Tampoco es posible saber si existía o no una relación entre el santuario y la Font Calda, teniendo en cuenta su proximidad y el hecho de que algunas fuentes se asociaban al culto a divinidades salutíferas.
La construcción con muros de piedra sin mortero debió ser muy sencilla, con un área abierta delante, pudiendo ser estas estructuras posteriores a las de un santuario más antiguo, puesto que estas se corresponden con un santuario romano, con una serie de ofrendas que debieron depositarse junto a una edícula (un templete que puede servir como tabernáculo o relicario). La presencia de grandes amontonamientos de piedra podrían haber alterado (u ocultado) la existencia de algún edificio desaparecido anterior (ibérico). Incluso los restos de un posible templo podrían estar en algún otro lugar adyacente, o haber desaparecido por la reutilización del material.
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Inscripciones, cerámica, monedas y huesos.
En cualquier caso, la Muntanya de Santa Bàrbara constituye el segundo conjunto epigráfico de la Plana por importancia numérica (15 inscripciones), después del de Els Estanys.
Las inscripciones forman parte de exvotos, apareciendo las fórmulas ex voto, votum solvit y votum solvit liberns animo. Tres de ellas contienen quizás una dedicación a Apolo; en una de éstas se conserva un nombre, Rodope, que puede identificarse con el nombre de la dedicante.
Las otras inscripciones no conservan el nombre de la divinidad, pero sí el de los dedicantes: en un caso es Baebius ---[G]raphicus, en otro Coelia Rhodine.
Posiblemente la mayoría de los dedicantes debían ser libertos, como se desprende de sus nombres griegos. A unos 100 metros del santuario apareció otra inscripción, el nombre de la dedicante, inseguro, parece leerse Marciana, y se aprecia el texto [..]arracone, cosa que permite suponer que se trata de una tarraconense.
Teniendo en cuenta que la inscripción no se halló directamente en el santuario es posible que quepa relacionarlo más directamente no con el santuario sino con la Font Calda, es decir, el balneario.
Por otro lado, se han recogido 78 fragmentos escultóricos de mármol blanco, de los cuales 50 son amorfos, y el resto está muy erosionado; de todos modos, se han identificado representaciones de figuras humanas (un fragmento de pie con cáliga de tamaño próximo al natural, un fragmento de mano) y de animales (la parte anterior de la efigie de un conejo o una liebre, y un cuello y parte de la cabeza de un caballito).
Los restos permiten identificar un mínimo de 8 figuras diferentes, de las cuales 3 son humanas (un guerrero, otra figura posiblemente también armada y otra de características indeterminadas, pero que, por la posible presencia de un tirso, podría ser una representación de Baco) y 5 animales (un conejo o una liebre, un caballito y posiblemente dos más, así como un posible león, identificado por una parte de su melena).
También se hallaron dos entalles, uno de jaspe con la representación de Mars Ultor, que data del siglo II, y otro de cornalina con la representación de Apolo Citaredo, que puede ser del siglo I.
Los materiales cerámicos son abundantes, habiéndose hallado cerámica ibérica (vasitos para libaciones rituales), así como cerámicas romanas diversas.
De época tardoantigua son algunos fragmentos informes de sigillata lucente y sigillata africana D.
Asimismo, se han hallado fragmentos de ánforas, así como abundantes fragmentos de vidrio, una cabeza de aguja y un pequeño dado de hueso, numerosos clavos de hierro, parte de una aguja y otros objetos de bronce, una aguja de plata y un broche de oro de doble gancho.
Existe también un importante conjunto de monedas (86), formado por un shekel hispano-cartaginés, un victoriato y un sextante de la ceca de Roma, tres quadrantes de Arse, y monedas de Claudio, Nerón, Tito, Domiciano, Nerva, Trajano (9), Adriano (19), Antonino Pío, Faustina, Marco Aurelio, Alejandro Severo, Galieno, Claudio II, Quintilo, Aureliano, Tétrico, Severina, Probo, Diocleciano, Maximiano, Constancio Cloro, Constantino I, Constantino II, Delmacio, Constancio II, Valentiniano II, Magno Máximo y Teodosio (todo un repertorio que podría abarcar desde principios del siglo II a. de C. hasta el finales del siglo IV, con un punto alto de frecuentación en el siglo II).
Se halló también un considerable conjunto de huesos que probablemente correspondían a ofrendas, muchos de ellos ennegrecidos por el fuego, lo que permite suponer que después del sacrificio las ofrendas eran ingeridas (cerdos, ovejas, cabras, gallos y conejos; en menor proporción aparecen también pájaros: perdices, garzas, tordos, pinzones, etc).
Las inscripciones tienen distintas fechas: tres de ellas (una de las cuales es la de [..]arracone, que se halló fuera del santuario) a inicios del siglo i, cuatro a finales del mismo siglo o inicios del ii, tres en el siglo ii, cuatro en los siglos i-ii y otra es de cronología indeterminada; proporcionan una datación para el santuario (por vía epigráfica) comprendida entre los siglos I y II de nuestra Era, con una aparente mayor concentración en la segunda centuria, lo cual es coherente con las monedas encontradas.
Los abundantes materiales cerámicos encontrados muestran una mayor concentración entre inicios del siglo i y el ii, con una ocupación poco importante numéricamente de los siglos IV y V.
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Los hallazgos son suficientes para determinar que el yacimiento corresponde a un santuario ubicado en altura, de factura muy simple, debido a que los escasos restos arquitectónicos documentados al consistir en muros hechos con piedras unidas sin mortero y ante la ausencia de pavimentos. Sin embargo, al no haberse podido demostrar la relación entre estos muros y el santuario, es posible la existencia de un edificio no localizado, bien por no haberse excavado sus restos, bien por haber desaparecido al reutilizar el material.
No se sabe si el santuario estaba dedicado a una divinidad típicamente romana o se trata de la asimilación de un numen ibérico a una divinidad romana, tal vez Apolo.
La presencia de vasitos ibéricos aparentemente relacionados con libaciones permite suponer que el santuario pudiese tener un origen prerromano, o de época iberorromana, lo que refuerza la posibilidad de que la divinidad o las divinidades veneradas fuesen indígenas. Tampoco es posible saber si existía o no una relación entre el santuario y la Font Calda, teniendo en cuenta su proximidad y el hecho de que algunas fuentes se asociaban al culto a divinidades salutíferas.
La inscripción con el texto [..]arracone permite suponer que un personaje
procedente de Tarraco (Tarragona) pasó por esta zona y dejó un exvoto, lo que
puede relacionarse con el santuario y muy posiblemente con la fuente termal. Lo cual no es nada raro, pues ciudadanos tarraconenses ofrecieron también exvotos a Apolo en
otro ámbito termal, en Caldes de Montbui (Barcelona),(el culto a Apolo podía haberse extendido en Hispania a partir de
Tarraco).
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Con estos datos se pueden hacer conjeturas sugerentes:
Si se toma como hipótesis que la vía Augusta seguía un trazado que en este tramo pasaba a unos dos kilómetros de la font Calda, entonces algunos datos adquieren sentido.
Si la vía Augusta se construye a principios del siglo I, la Font Calda y el ya posiblemente santuario indígena quedan muy próximos a la ruta principal entre Tarragona y Sagunto.
No era nada extraño que se utilizaran las fuentes termales en las rutas largas para hacer un alto en el camino. Especialmente eran visitadas las fuentes que quedaban próximas a una ciudad, puesto que podía usarse para entrar en ella ya liberados del polvo del camino.
La fuente y el santuario podían ser pues una parada agradable en la ruta de Tarragona a Sagunto (en el último día de viaje después de haber pasado la noche en Sebelaci o Noulas, en el cruce del Mijares) y una ocasión para realizar una ofrenda a cambio de pedir los favores que a cada cual le pareciesen más urgentes, e incluso que algunos hicieran el viaje expresamente.
No es tampoco nada extraño que los años de mayor frecuentación sean los que se corresponden con los siglos I y II; sobre todo el siglo II, el siglo de mayor esplendor del Imperio, y dentro de éste, los reinados de Trajano y Adriano.
En el siglo III, tras la muerte de Alejandro Severo se suceden cincuenta años de una crisis profunda que se traduce en una crisis del comercio a larga distancia. Se retrae la economía para volverse más local, y las rutas de largo recorrido se hacen con mucha menos frecuencia. Quizás se recuperan a partir del reinado de Diocleciano, al final del siglo, y quizás se restablecen en el siglo IV y principios del V, para decaer finalmente con la caída definitiva del Imperio.
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Religio iberica: santuarios, ritos y divinidades (siglos VII-I A.C.)
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