domingo, 7 de septiembre de 2014

La estrategia de don Jaime para conservar Valencia

Aún no habían pasado diez años desde la conquista de Valencia, cuando se inició una revuelta en el sur del reino liderada por Al-Azraq. 

Don Jaime estaba ausente tratando de resolver las cosas de Navarra y estaba además en guerra con su yerno el rey de Castilla, y esa fue la ocasión que aprovecharon para levantarse.

Durante el verano de 1247, los musulmanes levantados se apoderaron de algunos castillos, que retuvieron, hasta que en diciembre fueron sofocados. Como represalia,  se decretó la expulsión de muchos de ellos.

A pesar del fracaso de los del sur, en enero del año siguiente se levantan los musulmanes de la sierra de Espadán. También esta rebelión es sofocada y acaba con la expulsión de muchos musulmanes en Sagunto, Almenara y Segorbe.

La consecuencia más inmediata es la decisión de fortificar más los castillos, pero se toman también decisiones más estratégicas.

La conexión entre la ciudad de Valencia y Tortosa no puede perderse, pase lo que pase. Para ello, aunque hubiera una revuelta en la sierra, debe quedar garantizado el control de los caminos que unen Valencia con las tierras catalanas.

La forma en que don Jaime y los hombres que le aconsejan pretenden conseguir este propósito es la fundación de asentamientos  importantes en la plana del rio Mijares, estratégicamente colocados, protegiendo los antiguos caminos romanos que la cruzan de norte a sur.

Los lugares elegidos son Moncofar, Nules, Villarreal y Castellón; en los que ya existen algunas alquerías. Salvo en el caso de Nules, para el que se elige una ubicación totalmente nueva.

Es una gran empresa para la que hacen falta apoyos. Uno de los principales es el del obispo de Tortosa.

Ya en 1225, el obispo de Tortosa había sido uno de los impulsores más entusiastas de la conquista de Valencia por lo que tenía de recomposición de la antigua diócesis visigoda. Ahora se trata de garantizar que no se pierda lo conquistado, y es precisamente la antigua diócesis, que llegaba según la tradición que tenían por buena, hasta Almenara, la que queda especialmente defendida con este proyecto.

El interés del obispo se centra sobre todo en la fundación de Nules. La forma de demostrarlo fue la renuncia a la mitad del diezmo que le correspondía, en favor de Guillem de Montcada, que habría de ser el señor del nuevo asentamiento.

El proyecto requería por supuesto de nuevos pobladores, que vinieron sobre todo de tierras catalanas, amparados bajo las condiciones que fijaban las cartas pueblas. 

Pero hacían falta también maestros de obras, administradores y notarios. Había que distribuir las tierras pero también de dónde y cómo habría de venir el agua y dónde los molinos y todos los demás adelantos que ya se tenían en las ciudades de aquel tiempo. Un trabajo de muchos años. que durará más que la vida del rey don Jaime.

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