domingo, 3 de agosto de 2014

Desde Burriana , a la conquista de Valencia

La conquista de Burriana y la rendición de los castillos al norte de esta plaza dan confianza a don Jaime.

No obstante, a pesar de la facilidad con la que caen los castillos de Peñiscola o Alcalá, no ve clara la posibilidad de atacar, desde Burriana,  la ciudad de Valencia.

Hace falta una estrategia más elaborada.

El primer plan consiste en ganar primero una plaza al sur de Valencia que sirva como el otro extremo de una pinza que presione  a  la ciudad desde dos frentes.

Con objeto de lograr este objetivo, las tropas cristianas  hacen dos incursiones. En la primera llegan hasta Albalat de la ribera, pero no pasa de ser un tanteo y vuelven sobre sus pasos hacia Burriana. La segunda, se fija ya un objetivo concreto de importancia. Se trata de conquistar el castillo de Cullera.

Para ello las tropas cristianas cuentan con el apoyo de algunas máquinas de guerra. En concreto  con dos catapultas que se envían por mar desde Burriana  a las inmediaciones del castillo donde se apuestan las tropas.
        
El castillo de Cullera ofrece más resistencia de la esperada, más por falta de una estrategia adecuada que por mérito de los defensores. A pesar del fracaso, algo aprende don Jaime.  Las torres que se sitúan a distancias regulares, son almenaras en las que se encienden hogueras que sirven de aviso del movimiento del enemigo. Por eso la toma de Almenara se vuelve ahora tan importante.

Almenara con sus dos torres de comunicaciones era uno de los elementos fundamentales del sistema que le permitía a la ciudad de Valencia saber lo que estaba pasando en todo su perímetro. Esta información les era vital para preparar las defensas y hasta ahora nunca los cristianos habían logrado coger suficientemente desprevenidos a los musulmanes para que sus ataques tuvieran éxito.

No había más remedio que tomar primero Almenara y dejar a Valencia sin la información de sus movimientos de aproximación.






Don Jaime en Uxó

Lo moros de Uxó, de Castro y de Nules tenían buenos motivos para pactar con las tropas cristianas, apostadas en el castillo de Almenara. 

Durante el sitio Mallorca, aunque no muy prolongado, hubo algunos episodios dramáticos. Los moros sitiados consiguieron apresar a algunos cristianos y les crucificaron en las almenas. En respuesta, una vez ganado el sitio, los vencedores pasaron a cuchillo a una parte de la población vencida.

Más cerca tenían, no obstante, el ejemplo de Burriana. Los esfuerzos que les obligaron a realizar los moros a las tropas cristianas, tuvieron la represalia de la expulsión. No pocos eran los que teniendo amigos o parientes en el valle se habían refugiado aquí y les habían contado como había sido el sitio y como habían tenido que abandonar sus casas y sus tierras. No era bueno pues desatar las iras de las tropas cristianas, causando bajas.

Por otro lado, las posiciones de Zayd y Zayyan eran muy inestables y no se adivinaba un porvenir claro para el liderazgo de ninguno de ellos en las filas musulmanas.

Finalmente, había un motivo más importante. La sierra de Espadán era un refugio seguro y cabía la posibilidad de que el rey don Jaime valorara la dificultad de un asedio prolongado que le complicara la conquista de la ciudad de Valencia, y por lo tanto, si se tomaba la iniciativa, todavía era posible plantear una negociación ventajosa y que esta se aceptara. No se podía dejar pasar más tiempo.

Después de tomado el castillo de Almenara era el momento de hablar con don Jaime, si éste se avenía.

Así fue, todavía no había llegado la Pascua de 1238, cuando estando el rey en Almenara recibe un mensaje conjunto de los moros de Uxó, de Castro y de Nules. El mensaje era claro: querían rendirle sus castillos. Para el rey esto eran buenas noticias. A pesar de ello, toma ciertas precauciones. Prefiere tratar con ellos de uno en uno, así que les da día y hora por separado, para hacer los tratos.

A los de Uxó los cita en una torre forzada que dividía los términos de Uxo y Almenara y desde la cual cada bando podía tener a sus espaldas su castillo. Para dar legitimidad a los tratos se exige la presencia de diez ancianos respetados. Las tropas del rey aportan como adelanto comida y vestidos. A los de Uxó les preparan cinco carneros y veinte gallinas.


Viendo los que habían venido, y nueve o diez que eran ellos, se apartan dos carneros y cinco gallinas, para comerlos allí mismo, en la torre. Las negociaciones no empiezan hasta que los moros están hartos de pan, vino y carne asada.

En la sobremesa se tratan las condiciones de la rendición. Una vez que esta todo claro, esto es, una vez que se decide que quedarán más o menos como estaban bajo el rey moro, hacen efectiva la toma del castillo.

Cuando bajan la colina en la que está la torre, ya les esperan dos centenares de sarracenos que les reciben con algarabía. El rey y don Ladrón, que le acompaña como hombre de confianza, se quedan con ellos y mandan a ocho caballeros para que suban hasta el castillo. Cinco años antes quizás don Jaime hubiera subido el primero, ahora se había vuelto más desconfiado y más prudente.

El asunto queda resuelto esa misma tarde cuando el pendón del rey ondea sobre las murallas. Sólo entonces él rey sube también hasta el castillo y queda concluida la toma de posesión.


Las condiciones de la rendición establecen que los moros conservarán sus derechos para elegir a sus propios jefes en el valle: el cadí y el alamí. Conservan también sus facultades para aplicar a las mezquitas las rentas que estas tenían. A cambio los impuestos que pagaban al rey moro tenían que pagarlos ahora al rey de Aragón y quedaba también la obligación de defender el castillo para el rey.
Al día siguiente, los cristianos cumplen la parte del trato que era de inmediata aplicación. Desde Burriana traen mil seiscientas ovejas, sesenta vacas, tres rocines y vestidos para treinta personas. 


El rey, viendo la situación ya segura, pocos días después hace venir a la reina desde Burriana. Quiere que vea con sus propios ojos los nuevos castillos conquistados. Después comen juntos en Almenara.

Desde el castillo de Almenara, el rey tiene una visión clara del castillo de Sagunto y medita sobre la conquista de Valencia que tiene ya preparada.
La toma de Almenara, que había roto la continuidad del sistema de inteligencia musulmán, supone una señal para el rey de que esta expedición será la definitiva.



Asedio y capitulación.


Pocos días después de que don Jaime consiga el control de los castillos que están en el entorno de Burriana, y tenga con ello relativamente asegurada la retaguardia, decide emprender la toma de Valencia.

El 22 de abril de 1238, el ejército cristiano se asienta en los alrededores de la ciudad de valencia. Don Jaime dispone un cuartel general en Ruzafa y se inicia el asedio a la ciudad.

Durante este mes de abril, las fuerzas atacantes son todavía escasas. Quizá unos trescientos hombres a caballo y unos mil a pie. Sin embargo, ahora que la empresa ya se ve como algo grande, van llegando apoyos de toda la geografía feudal cristiana.

Llegan aragoneses, catalanes y navarros; pero también italianos, ingleses, alemanes; e incluso húngaros. Todos ellos atraídos por los privilegios de cruzada y las expectativas de botín.

La ciudad de Valencia, por el contrario, no recibe la ayuda que se espera del Sultán de Túnez.


La capitulación se produce finalmente el 28 de septiembre de 1238.

Los nobles y barones asaltantes ven defraudadas no obstante sus grandes expectativas. Hubieran preferido ganar la plaza por asalto lo que hubiera dejado el camino abierto al saqueo y al botín.

La ciudad tenía en los años previos a la conquista quince mil habitantes, pero había allí ahora refugiadas al menos cincuenta mil personas, lo que da idea del hacinamiento y explica la pronta capitulación.


Desde la batalla del Puig el quince de agosto del año anterior toda la huerta valenciana se había ido concentrando en la ciudad como único lugar que se creía seguro.

El rey entra en Valencia el nueve de octubre de 1238. La noticia recorre la cristiandad. Todo los que habían estado en el asedio cuentan lo sucedido cuando vuelven a sus lugares de origen y la toma de Valencia es durante mucho tiempo motivo de conversación en toda Europa.

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